La notoriedad creciente de los problemas que realmente agobian a la gente —crisis económica e inseguridad ciudadana—, a lo que puede sumarse un fenómeno de El Niño que venga con fuerza y eleve la pobreza, señalado por el ministro de economía como “el peor escenario de riesgo en este momento”, vuelve a poner en el foco una pregunta que se hacía a inicios de año y que, con el correr de este, se fue dejando de lado: ¿llegarán la presidencia de Dina Boluarte y el Congreso al 2026?
Es la interrogante crucial para perfilar los escenarios futuros del Perú. Al comienzo de año, en medio de la protesta político-social que empezó en diciembre del 2022 tras la caída de Pedro Castillo por su golpe irracional, las proyecciones sobre la permanencia de Boluarte en palacio se hacían en semanas, luego se pasó a meses y, entrando al segundo semestre, el consenso apuntaba a que terminaría el mandato.
Esa proyección se sustentaba en un pacto no escrito y quizás hasta ni hablado, por la coincidencia de intereses entre el gobierno y el Congreso para no hacerse daño y llegar juntos de la mano hasta el 2026; el languidecimiento de la protesta por la impericia y desprestigio de sus promotores y el planteamiento de una agenda politizada con asuntos como la liberación del golpista de Chota; una cierta sensación de mejor Gobierno —comparado con el de Castillo— y una mayor estabilidad relativa.
Las últimas semanas, sin embargo, pueden estar alterando ese escenario por la confluencia de una crisis económica creciente que ha llevado al MEF a reconocer la recesión y que se siente cada vez con más intensidad en el ámbito familiar por el deterioro de los ingresos y los empleos, el auge de la delincuencia con áreas del país, incluyendo Lima, que parecen zonas liberadas por el crimen y El Niño en camino que puede hacer mucho daño.
Cuando las cosas se ponen mal en el fútbol, los aficionados reclaman cambios en el equipo, algo que ya parece urgente también en el gabinete ministerial, por la necesidad de refresco e ideas nuevas que funcionen.
Quizás ya sea hora de realizar varios relevos en el equipo ministerial que le otorguen al Gobierno la posibilidad de generar expectativa cuando el pesimismo no para de crecer.