La creencia de que gente valiosa tiene apatía de participar en política se va erosionando ante la evidencia creciente del entusiasmo de personas e instituciones de tendencias distintas por incursionar en esta de modo activo a tiempo completo o mediante un activismo militante sin dejar su actividad regular.
Desde empresarios, periodistas, psicólogos, abogados o economistas, entre muchos otros, hasta gremios empresariales, universidades y la iglesia, se lanzan con frenesí al intento de influir en el curso de los eventos en el país, es decir, de ejercer poder, participando directa o indirectamente, abierta o encubiertamente, en la política.
Es una gran noticia porque una expresión del debilitamiento de una democracia es que sus mejores elementos tiran la toalla por creer que todo está perdido, que ya no hay nada que hacer, y que la perspectiva es inmejorable (es decir, que ya nada se puede mejorar).
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Algo que es muy estimulante cuando se observa la calamidad del elenco político incrustado en el Congreso, o cuando 400.000 peruanos viajaron al exterior en 2022 y no regresaron, tendencia que se ha elevado en 2023.
La participación de estos días es intensa, ya sea con precandidaturas presidenciales que ya asoman o rumorean para el 2026, o para cuando se abra la posibilidad, o con actuaciones con clara naturaleza política, sin medias tintas ni tapujos, ante diversos hechos que van ocurriendo, como, por ejemplo, en estos días, el embate contra la JNJ o la nueva amenaza al periodismo mediante un cambio en el código penal.
Estas incursiones ocurren, a veces, con arrebato que llega a la insolencia; por ejemplo, con apuntes enardecidos sobre los temas que un periodista debe tratar y cómo, o hasta sugerir, como un comisario ideológico, despidos por no encajar en la línea del medio. O, también, con entusiasmos que llevan a la victimización o al sentimiento de una entrega con alta dosis de heroicidad, en busca de protagonismo y notoriedad.
Pese a lo cual se deben aceptar como expresiones entusiastas y estimulantes del furor por entrar de distintas formas en política, activamente o mediante un activismo militante, en modo de héroes con nuevas rumbas, lo cual le hace, en el fondo, un gran bien a un país que se inunda de pesimismo.