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Ahora viajan juntos, pero no revueltos, por Augusto Álvarez Rodrich

Algunos cambios en la relación Congreso-Gobierno.

Las dos interpelaciones ministeriales en camino redefinen la relación entre el Congreso y el gobierno sin alterar el objetivo coincidente de ambos de durar hasta 2026, pero tomando cierta distancia para que el vínculo sea del tipo ‘juntos, pero no revueltos’.

Desde que se instaló la presidencia de Dina Boluarte, en diciembre 2022, la relación entre ambos poderes marchó en fase de armonía relativa por el objetivo común, conseguido con éxito, de un pacto implícito de sobrevivencia para driblear el pedido de adelanto electoral, el cual sigue teniendo aceptación del 80%, pero con menor intensidad.

La consecuencia fue que el Congreso no realizaba acciones de control político al gobierno, mientras este se acomodaba dócilmente a sus pedidos para evitar algún embate parlamentario.

Esto empieza a cambiar y la expresión evidente son las interpelaciones a los ministros de defensa, Jorge Chávez, por las muertes de militares recientemente en el Vraem, y de energía y minas, Óscar Vera, por las políticas en el sector petrolero para darle protagonismo a una alicaída Petroperú.

Lo novedoso es que el Congreso está cambiando su actitud contemplativa hacia el gobierno, con un embate que proviene desde la mayoría que hoy lo controla, con el fujimorismo, Perú Libre, APP y otras agrupaciones que coinciden en temas diversos, desde la amenaza a la JNJ hasta estas interpelaciones que podrían concretarse.

Esto no quiere decir, sin embargo, que el Congreso pretenda poner contra las cuerdas a la presidenta Boluarte al punto de vacarla, pues la necesita para durar, al menos, hasta 2025, sino que sus partidos pretenden tomar alguna distancia para no quemarse por la cercanía a un gobierno impopular al que desaprueba, según Ipsos, el 79%.

Una precaución que toma un parlamento que ya está chamuscado con una desaprobación de 83%, pero cuyos partidos quieren hacer algo para no quedar como los de Verónika Mendoza y Vladimir Cerrón por su complicidad con el gobierno de Pedro Castillo.

¿Podría Boluarte seguir la ruta de Martín Vizcarra, que, tras un arranque dócil con el Congreso fujimorista, luego se dio vuelta, atacó y lo disolvió? Eso parece, hasta ahora, casi imposible, pero, en estas cosas, nunca se sabe.

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.