(*) Mag. y prof. de Derecho Constitucional de la PUCP
Con motivo de los 50 años desde el golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973, el presidente chileno afirmó que su generación tuvo la suerte de vivir en democracia, pero que esta no está garantizada. “La democracia es un valor que tenemos que cuidar, y es muy fácil perderla”, precisó.
Cuando en el Perú, el golpe de Estado del 5 de abril de 1992 canceló la democracia, la seducción del poder alcanzó a muchos. Unos lo maquillaron, llamándolo: “Los acontecimientos del 5 de abril”. La mayoría, defraudada por la clase política, lo aplaudió. No imaginaron lo que vendría después.
En 1993, la Constitución, elaborada por un Congreso Constituyente elegido en dictadura, autorizó que Fujimori postulara a la reelección para un período adicional. Fue reelegido en 1995. Por lo tanto, debía abandonar el Gobierno el 28 de julio de 2000.
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Sin embargo, en 1996, el Congreso aprobó una ley de ‘interpretación auténtica’ que le ‘permitía’ postular a una segunda reelección constitucionalmente prohibida. Después, en una parodia de juicio político, destituyó a los tres jueces del Tribunal Constitucional que afirmaron que esa ley era inconstitucional. Además, entregó a dos Comisiones Ejecutivas funciones de los órganos de Gobierno del Poder Judicial y del Ministerio Público. La Comisión del Poder Judicial era conducida por un militar en retiro y la Comisión del Ministerio Público, por una fiscal suprema que después acabaría en prisión.
El 2000, el Jurado Nacional de Elecciones permitió a Fujimori postular a la Presidencia. Gracias a un fraude, ‘triunfó’ en la segunda vuelta. Sin embargo, su partido no alcanzó la mayoría absoluta de los puestos parlamentarios. La ‘solución’, según algunos, era pagar a congresistas de la oposición para que migren a la bancada gobiernista. Así ocurrió. Varios, de un día al otro, se volvieron fujimoristas. Uno se justificó diciendo: “Soy un converso”.
El 28 de julio de ese año, Fujimori y los congresistas asumieron sus cargos. Sin embargo, menos de un mes después, nuestra clase política y organizaciones de la sociedad civil se resignaron a convivir con la dictadura. En la Mesa de Diálogo convocada por la OEA celebraron acuerdos con el Gobierno. Fue un intento ingenuo de ‘democratizar’, con acuerdo de la dictadura, las instituciones que esta tenía controladas.
La democracia en el Perú había sucumbido. Todo habría seguido igual hasta el 2005, si el 14 de setiembre de 2000 no se hubiera difundido un video que mostraba al principal asesor gubernamental entregando dinero a un congresista electo, a cambio de su traslado a la bancada fujimorista. Días después, Fujimori anunció que, el 2001, convocaría a elecciones presidenciales y parlamentarias, en las que no participaría. En noviembre de 2000 fugó al Japón. Solo regresó al Perú, extraditado de Chile, para ser procesado judicialmente y condenado por cometer delitos contra los derechos humanos.
El 5 de abril de 1992 no fue difícil que los peruanos perdiéramos la democracia. La mayoría se negó a defenderla y se entregó a los brazos de la naciente dictadura. El sistema democrático regresó, más de ocho años después, únicamente gracias a la afortunada difusión del contenido de un video.
Actualmente, el Congreso, políticamente asociado con el Gobierno, está realizando una ‘sumaria investigación’ a los miembros de la Junta Nacional de Justicia (JNJ). Pretende apoderarse de este órgano encargado de nombrar, ratificar y destituir a jueces y fiscales. Si lo logra, la democracia en el Perú habrá terminado. Porque sin independencia judicial y fiscal, el sustento de los actos de los órganos del poder político (Congreso y Gobierno) no será la razón ni el derecho, sino, únicamente, la fuerza.
Por eso, ahora, no debemos olvidar que la “democracia es un valor que tenemos que cuidar” y defender, porque “es muy fácil perderla”.
Nació en 1971. Abogado de la Universidad de Lima. Magister en Derecho Constitucional de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor ordinario de la misma universidad. Colaborador en la revista “Oiga” (1993-1995). Ha publicado artículos en los diarios “El Comercio”, “Gestión” y “El Peruano”. Es columnista de la revista “Caretas”.