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Opinión

Ni asesinos ni tarados (saber escuchar), por Augusto Álvarez Rodrich

Sobre la polarización penosa y creciente que vive hoy el Perú.

larepublica.pe
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Una expresión de la polarización creciente y penosa que domina al país, que implica dificultad para escuchar o entender al que piensa distinto —lo que no obliga a estar de acuerdo—, es el lugar común del activismo contra Dina Boluarte al despotricar del empresariado porque un sector mayoritario de este aprobó su gobierno.

En junio, para la XIX encuesta de gerentes generales de Semana Económica, Ipsos pidió a 136 CEO (chief executive officer) que evaluaran al gobierno de Boluarte con una respuesta binaria: 71% lo aprueba y 29% lo desaprueba, diferencia abismal a la de un año antes donde 99% desaprobó al presidente Pedro Castillo y solo 1% lo aprobó.

Desde entonces, la reacción del comando AntiDina contra los empresarios ha sido lapidaria, tanto de personas que usualmente demuestran tolerancia y capacidad de dialogar con quien discrepa, como de los trogloditas (in) sociales de las redes y de la pluma.

Algunos de esos comentarios son interesantes, pues reflejan la polarización del momento: “nostálgicos de Fujimori y Pinochet” —dice un exministro de Castillo—, “la capitulación de los CEO”, “los aliados y el odio”, “apoyo a una coalición putrefacta y descaradamente falaz”, y alguien con un poco más de sensatez sugiere que “es importante que el sector empresarial revise su actitud hacia el actual gobierno”.

Son comentarios tan arrogantes como los que tipifican a los puneños de tarados y atrasados por defender a Pedro Castillo, sin considerar los factores de identidad y conexión con quien veían que los representaba en el poder.

La respuesta aprueba/desaprueba en una encuesta requiere agregar consideraciones positivas y negativas en una sola conclusión sin matices, y que, en el caso del sector empresarial, quizá parta de la comparación con el desmadre del gobierno de Castillo que algunos del comando AntiDina añoran.

Creer, por eso, que el empresario vibra de emoción por la muerte es un error propio del activismo afiebrado que genera esta batalla polarizada en que está el Perú, un desafío para Max Hernández en la cita del Acuerdo Nacional de fin de mes, tan complejo como sentar a dialogar a Vladimir Cerrón con el almirante Jorge Montoya sobre si la historia absolverá a Fidel.