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Opinión

El evonomics era vía crucis, no un milagro

"El populismo y el estatismo, como enseña hoy el drama boliviano, que también tuvo momentos de entusiasmo en el Perú, puede proveer resultados temporales que beneficien políticamente al gobernante de turno, pero no son sostenibles y terminan con el país y la población en bancarrota".

larepublica.pe
"El populismo y el estatismo, como enseña hoy el drama boliviano, que también tuvo momentos de entusiasmo en el Perú, puede proveer resultados temporales que beneficien políticamente al gobernante de turno, pero no son sostenibles y terminan con el país y la población en bancarrota".

Copiar el modelo boliviano habría quebrado al Perú. La quiebra económica boliviana destruye otra antigua bandera de la izquierda peruana izada alrededor del evonomics, el modelo de Evo Morales que se promovía como paradigma a seguir en el Perú y que, felizmente, no se copió.

No es la primera vez que esta columna se ocupa de este asunto. Hace más de dos años, comentando el informe de Apoyo Consultoría Bolivia 2002-2019: una falsa historia de éxito económico, este espacio señaló que “Bolivia no es un milagro económico como creen Yonhy Lescano y Verónika Mendoza”.

Lo recordó hace poco el economista peruano Roberto Chang, de la Universidad de Rutgers, en El sol y el ocaso (del) boliviano, quien también recordó ahí el comentario de Pedro Francke, cuando en 2021 era ministro de economía de Pedro Castillo: “Hay que redistribuir la riqueza, en particular la riqueza minera… el país que más se asemeja al sistema económico que el nuevo gobierno pretende construir es Bolivia”.

La quiebra boliviana, como señala Chang, era muy predecible pues es conocido que la combinación de tipo de cambio fijo con déficit fiscal por subsidios costosos es receta segura al desmadre al que llegó el evonomics.

A lo cual deben agregarse las nacionalizaciones de los yacimientos de gas y la obligación a las empresas a firmar nuevos contratos con una variación de los regímenes tributarios que hicieron que se quedaran, pero como rehenes del evonomics. “Tales políticas estatistas y populistas han inhibido la inversión”, concluye The Economist. Eso proponía el mamarracho de plan de gobierno marxista de Vladimir Cerrón que hizo suyo Castillo en la campaña.

El populismo y el estatismo, como enseña hoy el drama boliviano, que también tuvo momentos de entusiasmo en el Perú, puede proveer resultados temporales que beneficien políticamente al gobernante de turno, pero no son sostenibles y terminan con el país y la población en bancarrota.

Pero peor aún es resistirse a la evidencia, como lo pretende un sector de la izquierda peruana que cree que solo es una crisis coyuntural por la caída del precio del gas exportado por Bolivia y por un supuesto obstruccionismo del Congreso, sin reconocer que el sueño pluricultural del evonomics no era milagro, sino ruta segura al vía crucis.