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Opinión

¿Piletas? ¿Para quién?, por Santiago Dammert

“Al pasear por Lima, nos daremos cuenta de que muchas fuentes están vacías y los municipios no cuentan con recursos”.

larepublica.pe
Santiago

En los últimos días del año y ante el incremento de las temperaturas, un grupo de personas decidió ingresar a una de las piletas cercanas al malecón de la playa Agua Dulce para refrescarse. Los medios y autoridades condenaron el uso de la pileta, señalando los riesgos de bañarse en una pileta no acondicionada para ello. Poco después, la Municipalidad Distrital de Chorrillos procedió a drenar el agua de la pileta, asegurándose de que nadie pudiera utilizarla.

Esta reacción me hace formular la siguiente pregunta: ¿para qué y quién son las numerosas piletas que encontramos en la ciudad? Primero de todo, vivimos en un desierto —el World Resources Institute proyecta que el Perú será uno de los países con mayor estrés hídrico al 2040, lo cual tendrá un impacto en el uso del agua en nuestras ciudades—. Uno podría decir que las piletas ornamentales no se encuentran en la lista de prioridades de uso de agua.

Al pasear por Lima, nos daremos cuenta de que muchas fuentes están vacías y los municipios no cuentan con recursos para su adecuado mantenimiento. No es raro encontrarse con una abandonada y llena de polvo, o ubicada al centro de una vía rápida donde solo son visibles para quienes conducen un auto. La excepción son las piletas del centro histórico de Lima, que tienen un valor histórico monumental y reciben un mantenimiento más específico.

Por otro lado, las fuentes no están diseñadas para ser utilizadas por las personas para refrescarse (cosa que es común en otras ciudades), y cuando esto sucede, no parece ser deseable para las autoridades, quienes parecen más enfocadas en prohibir cualquier actividad espontánea que genere felicidad en la ciudadanía. Veo dos opciones: o adaptamos nuestras piletas para que contribuyan positivamente a los espacios públicos y la gente las pueda usar, o dejamos de gastar en ellas y evitamos un desperdicio innecesario de agua y recursos públicos.