Por Sandro Mairata | @CINENSAYOLat y @smairata
El estreno de Willaq Pirqa: El cine de mi pueblo le pone broche de oro a uno de los años más agitados del cine peruano. En 2022 se estrenaron muchos títulos acumulados en pandemia (es el caso también de este filme), entre cine comercial y de autor, y ya desde agosto de este año cuando fuera presentada en el Festival de Cine de Lima, Willaq Pirqa (wíyaj pírja, “la pared que habla”, en quechua) se ha venido manteniendo bien arriba en las preferencias de la crítica y del público que ha tenido la suerte de verla antes de su estreno oficial. Es, en mi lista personal, el mejor filme peruano de 2022.
Tengo varios motivos para este entusiasmo. En primer lugar está su estupendo acabado técnico, gracias a la fotografía del experimentado maestro Juan Durán y el arduo trabajo en postproducción, los cuales nos brindan paisajes andinos radiantes iluminados y majestuosos como pocas veces en el cine peruano. Willaq Pirqa califica de excelente en varios otros rubros, como la acertada música de Karin Zielinski –que oscila entre lo onírico y lo lúdico– y su refrescante guion que nos brinda comedia de humor blanco, simple, efectivo.
Es la historia de un niño llamado Sistu, a quien un día le llega un volante anunciando un cine itinerante en el pueblo cercano. Sistu asistirá a una función a escondidas y compartirá el descubrimiento con su comunidad, lo que causará una gran conmoción y luego múltiples enredos. Víctor Acurio como “Sistu” es un protagonista ideal, cachetón y carismático con un brillo natural en pantalla. Pero es Hermelinda Luján en el rol de Mamá Simona, una vecina que hace entrar en razón a los comuneros, quien articula el filme. Luján es la heroína escondida de Willaq Pirqa. Melissa Álvarez en el rol de la madre de Sistu y matriarca del hogar también imprime naturalidad y fortaleza. ¿Cuándo vemos más de ella?
Más importante aún, este es un filme hablado en quechua y es un filme feliz. Se filmó principalmente en Paca Huaynaccolca, comunidad cusqueña a 3.800 m.s.n.m.; ese entorno por lo general hace que los directores peruanos creen historias adoloridas y seriamente impactadas por los efectos del conflicto armado interno. Pero Galindo y su equipo se concentran en crear una historia saludable que referencia a Cinema Paradiso, la cinta de 1988 de Giuseppe Tornatore. Si quieren una muestra de cómo se hace homenaje a una cinta sin copiarla, no busquen más. El efectivo guion se atribuye a tres manos –Galindo, Augusto Cabada y Gastón Vizcarra–, pero hubo al menos tres más personas que dieron aporte, entre ellos el fundador del Grupo Chaski, Stefan Kaspar (ya fallecido), a quien el filme está dedicado.
Por fin llega Willaq Pirqa, un filme para verse y celebrarse. Ahora falta que vayan a verlo.
Willaq Pirqa