La Junta Militar egipcia blindó buena parte de sus prerrogativas ante el próximo traspaso del poder ejecutivo al nuevo presidente, después de unas elecciones en las que ambos candidatos se atribuyen el triunfo a la espera de los resultados oficiales. La campaña del islamista Mohamed Mursi cantó en la madrugada de ayer victoria por un margen de cinco puntos con más del 97 % del voto escrutado, algo que fue desmentido más tarde por el equipo del ex militar Ahmed Shafiq, que aseguró que este encabeza el recuento. Cientos de seguidores de Mursi celebraron desde primera hora de la mañana su autoproclamado triunfo en la cairota plaza Tahrir, corazón de las protestas contra Hosni Mubarak y, posteriormente, contra la Junta Militar. Los resultados oficiales se conocerán el miércoles o el jueves, pero parece que la batalla solo acaba de comenzar: la campaña de Shafiq, último primer ministro de Mubarak, ha denunciado “fuertes irregularidades” del candidato de los Hermanos Musulmanes, lo que puede abrir la puerta a una impugnación. La Presidencia, el Parlamento y la Constitución se encuentran en la disputa entre la Hermandad y los generales, más aún después de que estos hayan emitido unas enmiendas al Acta Constitucional provisional que les conceden un margen de discrecionalidad que ha llevado a algunos analistas a hablar de “golpe de Estado”. El presidente del Legislativo, el islamista Saad Katatni, intentó acceder a la sede de la Cámara Baja, que está custodiada por la fuerzas de seguridad, y no lo consiguió, por lo que convocará en las próximas horas una reunión de los diputados en un lugar aún por determinar. Los Hermanos Musulmanes se enfrentarán además a una nueva prueba, un juicio que pide su prohibición al ser una organización que actúa en la ilegalidad desde 1954.