
Una investigación exclusiva de Reuters reveló que la Armada de China moviliza, desde su época de verano (de junio a agosto), una flota de buques civiles con el objetivo de doblegar fuerzas y ensayar técnicas para tomar Taiwán. A partir de datos de seguimiento e imágenes satelitales, la agencia de comunicación comprobó que la nación de Xi Jinping tiene planes concretos para invadir suelo taiwanés, en una operación que podría superar el desembarco de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial.
Las maniobras chinas forman parte de una presión militar que comenzó en 2025. China ha realizado frecuentes incursiones aéreas y despliegues navales alrededor de la isla como una forma de exigir que Taiwán se unifique, a pesar de que el gobierno taiwanés se considera un territorio soberano y democrático que defiende su autonomía y libertad.
Reuters compartió una imagen interactiva, publicada el 17 de agosto, en la que se identificaron 12 embarcaciones civiles en aguas de Taiwán, frente a las costas chinas. Según la agencia, estas embarcaciones zarparán próximamente hacia Guangdong, provincia cantonesa, para avanzar junto con las fuerzas navales. La identificación de los buques se logró mediante el rastreo de señales emitidas por sus transpondedores y el análisis de imágenes satelitales.
De la docena de embarcaciones, se confirmó que seis de ellas son transbordadores de carga rodada, utilizados para transportar vehículos y pasajeros a través del mar de Bohai, en el noreste de China. Las restantes son embarcaciones de carga con cubierta, empleadas en Asia para trasladar mercancías pesadas, como materiales de construcción.
Los transpondedores muestran que los buques —que pasan por Shanghái, Taizhou, Xiamen, Shanwei y otros puntos— hacen escalas en varios puertos rumbo a la zona de desembarco. Sin embargo, la nubosidad en el área impide descifrar, a través de imágenes satelitales, qué ocurre en cada una de estas paradas.
Tras la puesta del sol, uno de los seis cargueros emitió una señal a 40 kilómetros de la costa, frente a una playa cercana a la ciudad de Jiesheng, en lo que parece ser una base militar. En las horas siguientes, llegaron los otros once buques, y todos se aproximaron a la costa bajo la protección de la oscuridad.
Horas más tarde, se identificó que tres de los buques de carga practicaron técnicas de desembarco. Las imágenes satelitales mostraron que el Ejército Popular de Liberación, es decir, la Armada china, ensayaba con diferentes tipos de embarcaciones civiles en el marco de maniobras de desembarco.
Las fotografías muestran que estos buques son similares a las lanchas de desembarco utilizadas durante la Segunda Guerra Mundial y en épocas posteriores. Estas versiones civiles, de 90 metros de eslora, son baratas, abundantes y ampliamente empleadas por las navieras comerciales en China, ya que pueden transportar una gran variedad de carga directamente a las playas, sin necesidad de instalaciones portuarias.
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El uso sistemático de embarcaciones civiles por parte del Ejército Popular de Liberación (EPL) marca una evolución silenciosa pero profunda en la doctrina militar china. Ya no se trata solo de maniobras aisladas o despliegues simbólicos, sino de una estrategia estructural que convierte a la vasta flota mercante del país en un componente funcional de sus capacidades ofensivas.
Con más del 50 % de la construcción naval mundial concentrada en astilleros chinos, el país dispone de una infraestructura capaz de producir grandes volúmenes de buques con rapidez y bajo costo. Según el investigador Conor Kennedy, del Colegio de Guerra Naval de EE. UU., el diseño simple de estos cargueros permite que puedan "construirse rápidamente en grandes cantidades", un detalle logístico clave para operaciones militares prolongadas.
Este modelo híbrido —donde embarcaciones comerciales pueden ser militarizadas con rapidez— representa una alternativa táctica al uso exclusivo de buques de guerra. Mientras las plataformas militares son visibles, costosas y limitadas en número, los cargueros civiles ofrecen movilidad discreta, volumen y capacidad de dispersión operativa.
Thomas Shugart, exoficial de submarinos de la Marina estadounidense, lo resume con contundencia: "Representa un enorme aumento en su capacidad de primera oleada". Esta primera oleada, crucial en cualquier intento de invasión anfibia, requiere velocidad, volumen y abastecimiento continuo: precisamente lo que puede ofrecer la flota civil china.
Para J. Michael Dahm, investigador del Instituto Mitchell de Estudios Aeroespaciales, esta integración de medios comerciales al aparato militar chino es una señal clara de que "el EPL continúa demostrando nuevas capacidades que lo están encaminando a tener los recursos necesarios para llevar a cabo una invasión a gran escala".
La lógica detrás de esta estrategia parece clara: en caso de conflicto, los buques civiles servirían tanto para el transporte inicial de tropas como para el reabastecimiento continuo de vehículos ya desplegados en tierra. "Una vez que ese blindado llegue a tierra, tendrá apenas dos días antes de que empiece a quedarse sin provisiones", advierte Dahm. En ese contexto, el papel de la flota civil no es accesorio, sino estructural.
Desde Taiwán, el almirante retirado Lee Hsi-min ha señalado que esta evolución indica un intento por desarrollar una red de pequeñas embarcaciones capaces de realizar desembarcos múltiples. "En tiempos de guerra, llevarían a cabo operaciones de desembarco anfibio en múltiples puntos", una táctica pensada para saturar las defensas y dificultar una respuesta unificada.
Lo que se perfila, según expertos como Ian Easton, del Colegio de Guerra Naval, es un enfoque donde el factor sorpresa, la dispersión logística y la integración civil-militar juegan un rol decisivo. "Toda guerra es una apuesta […] y nunca sale según lo planeado, ni para el atacante ni para el defensor", afirma, sugiriendo que la preparación china busca reducir los márgenes de incertidumbre mediante versatilidad táctica.
Mientras la atención internacional se centra en los portaaviones o cazas chinos, la verdadera transformación militar podría estar ocurriendo lejos del radar: en los muelles comerciales, las rutas civiles y las bodegas de cargueros ordinarios, reconvertidos en herramientas estratégicas de una nueva forma de guerra marítima.

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