
Abdullah, un niño palestino, se dirigía a buscar agua a uno de los puntos de distribución del campamento urbano Nuseirat, en el centro de Gaza. De pronto, unos aviones bombardearon los puntos de distribución, dejando a adultos y niños heridos y muertos.
El ejército de Israel respondió sobre este ataque y dijo que "atacaron a un terrorista de la Yihad Islámica Palestina, pero que, debido a un error técnico con la munición, esta cayó a decenas de metros del objetivo". Asimismo, "lamentaron" cualquier daño a civiles no involucrados.
"Esa zona estaba habitada por desplazados, otros agotados por la guerra y quienes han sufrido lo peor debido al asedio impuesto, las limitaciones y la agresión continua. Los niños, entre ellos Abdullah, formaban fila con el estómago vacío, los bidones vacíos y los labios sedientos", declaró Mahmoud Abdul Rahman en una entrevista con un periodista local de la BBC.
El papá de Abdullah, Mahmoud Abdul, afirmó que para él el mensaje de Israel es claro: no permitirá que la gente beba ni siquiera el agua que anhela. Además, narró cómo a pesar del calamitoso contexto, tan distante a lo que debería vivir un niño, los pequeños no perdían la ilusión. "Observaban la realidad con la esperanza de que cambiara y de convertirse en los demás niños del mundo, practicando su rol habitual de jugar, moverse, viajar, comer, beber y vivir con seguridad", relató el padre del difunto niño, Abdullah.
Al menos 43 palestinos murieron el domingo en nuevos bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza, mientras las negociaciones de tregua entre Israel y Hamás entran en su segunda semana sin resultados. Los ataques alcanzaron un mercado, un punto de distribución de agua y un campo de desplazados, provocando la muerte de mujeres y niños. Según Defensa Civil, solo en Nuseirat murieron 20 personas, entre ellas diez menores.
El conflicto humanitario se agrava: siete agencias de la ONU advirtieron que Gaza alcanzó un “nivel crítico” por falta de combustible, lo que compromete hospitales y suministro de agua. Mientras tanto, un barco con ayuda zarpó desde Sicilia con activistas propalestinos a bordo en un nuevo intento por romper el bloqueo. Las negociaciones en Doha enfrentan obstáculos ante el rechazo de Hamás a la propuesta israelí de mantener el control sobre el 40% del enclave.

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