Cuba enfrenta una profunda crisis energética y económica, marcada por apagones frecuentes debido a un sistema eléctrico obsoleto y una alta dependencia de combustibles fósiles. A pesar de los esfuerzos por incorporar energías renovables, la falta de inversión y el embargo de Estados Unidos han agravado la situación.
El difícil trance económico ha generado éxodo de cubanos y descontento social, con protestas desde 2021 en las que los ciudadanos han pedido mejoras ante la escasez de alimentos y electricidad.
El apagón que afecta a Cuba desde el viernes es un reflejo de la fragilidad de su sistema eléctrico, que depende casi por completo de combustibles fósiles.
La generación de electricidad en la isla proviene principalmente de ocho termoeléctricas desgastadas, algunas de las cuales llevan más de 40 años en funcionamiento y sufren constantes averías o se encuentran en mantenimiento.
Para complementar este sistema, Cuba utiliza cinco plantas flotantes alquiladas a empresas turcas, además de grupos electrógenos, todos ellos también dependientes de combustible. Sin embargo, el país solo produce un tercio del combustible que consume diariamente. El embargo de Estados Unidos ha agudizado la crisis.
Cuba depende principalmente del petróleo que importa de Venezuela, su principal aliado, al que paga en parte con el envío de médicos, pero que disminuyó sus entregas de 100.000 barriles diarios en 2016 a un promedio de 56.000 en 2021.
México y Rusia han contribuido a atenuar el severo déficit de la isla.
Según datos de la prensa independiente, en septiembre, Caracas envió a Cuba unos 22.000 barriles de petróleo por día (bpd), una caída considerable frente a los 33.700 bpd de junio e incluso de los 28.000 bpd de abril.
El gobierno cubano ha reconocido la necesidad de diversificar su matriz energética y ha lanzado iniciativas para fomentar el uso de energías renovables. Sin embargo, la inversión limitada y las sanciones económicas han obstaculizado el progreso.
Con una inflación galopante, el desplome del peso cubano en el mercado informal, bajos niveles de productividad, un abismal déficit fiscal (22% del PIB) y escasez y falta de liquidez, la isla comunista, debilitada por los efectos de la pandemia y el reforzamiento del embargo de Washington, está sumida en su peor crisis en 30 años.
En un intento por paliar la escasez y dar respuesta a las demandas sociales durante las históricas protestas del 11 de julio de 2021, el gobierno autorizó en agosto de ese año la empresa privada por primera vez en más de medio siglo.
Hasta junio pasado había casi 11.000 pymes registradas en el país de economía planificada y centralizada.
Sin embargo, esto ha sido insuficiente para revertir la dura situación que enfrenta la población, que en promedio gana un salario de unos 5.000 pesos mensuales (unos 41 dólares) y que enfrenta escasez de alimentos, medicamentos y otros bienes básicos.
La crisis económica también catapultó una emigración sin precedentes desde el triunfo de la revolución en 1959.
Según datos oficiales, la población cubana cayó de 11,1 millones de habitantes en el último censo de 2012 a menos de 10 millones este año.
Más de 700.000 cubanos emigraron a Estados Unidos de manera irregular y regular entre enero de 2022 y agosto de 2024, de acuerdo con la oficina de aduanas y protección fronteriza estadounidense. A esto se suma al flujo hacia países de América Latina y Europa del que no existen cifras globales.
La crisis y los constantes apagones fueron detonantes de las manifestaciones de julio de 2021, que dejaron un muerto, decenas de heridos y cientos de manifestantes en la cárcel.
El gobierno cubano acuso a Washington de estar detrás de esas movilizaciones.
Según cifras oficiales, unos 500 cubanos fueron condenados a penas que van hasta los 25 años. Varias organizaciones de defensa de los derechos humanos y la embajada de Estados Unidos cuentan hasta 1.000 "prisioneros políticos" en la isla.
Al siguiente año, los constantes cortes de energía provocaron diferentes brotes de descontento que dejaros decenas de detenidos.
Lo más crítico ocurrió en octubre de ese año, tras un apagón generalizado la noche del 27 septiembre luego del paso del huracán Ian, que azotó el oeste del país.
En 2023, la isla se recuperó de los cortes de luz cotidianos, pero en marzo de este año nuevamente cientos de personas se lanzaron a las calles en Santiago de Cuba y otras tres localidades del país al grito de "comida y corriente".
Estados Unidos, la Unión Europea y la Iglesia católica han pedido su liberación de los manifestantes presos.