Australia, líder en inversión en energía solar renovable, enfrentó un desafío inusual en la estabilidad de su red eléctrica. La alta producción de energía solar llevó al operador eléctrico a emitir una advertencia inédita: la demanda de energía cayó por debajo de niveles seguros, acercando la red eléctrica al límite de su capacidad operativa. Las viviendas, con paneles solares en los tejados, representan una capacidad instalada conjunta de más de 20 GW. Esta capacidad, junto con condiciones climáticas óptimas, provocó una situación de alarma.
La demanda prevista se desplomó hasta los 1.352 MW, muy por debajo del rango habitual de 5.000 MW, con un mínimo que la red debe cubrir de 1.865 MW para operar de manera estable. Con una producción de energía solar tan alta, los sistemas eléctricos australianos enfrentaron una crisis inesperada, reflejando los desafíos del crecimiento acelerado de las energías renovables y la falta de mecanismos eficientes para gestionar el excedente de energía solar.
Los paneles solares en Australia, especialmente en el estado de Victoria, son celebrados como un avance hacia la sostenibilidad energética. Sin embargo, esta transición ha creado un problema paradójico: cuando la producción supera ampliamente la demanda, la estabilidad de la red eléctrica está en peligro. Los paneles solares en los tejados no solo generan electricidad para autoconsumo, sino que, en muchas ocasiones, el excedente se vierte a la red sin control.
Australia necesita invertir en soluciones de almacenamiento a gran escala con baterías que permitan capturar la energía excedente. Foto Pixabay
El operador eléctrico AEMO se encontró el viernes con un escenario complejo: la demanda de energía en el estado podría ser tan baja que la estabilidad del sistema no se mantendría. Con una producción solar tan masiva, los paneles comenzaron a verter su excedente a la red, y el sistema eléctrico —preparado para manejar una demanda de entre 1.865 y 10.000 MW— se vio amenazado por la posibilidad de no poder mantener el equilibrio energético. Esta situación es especialmente crítica en un contexto donde la generación debe coincidir con el consumo, pues la electricidad no puede almacenarse a gran escala de manera fácil y eficiente.
Para evitar el colapso eléctrico, AEMO recurrió a una serie de medidas de emergencia. Entre las acciones consideradas, una de las más radicales fue la desconexión de paneles solares de los tejados para limitar el vertido de excedentes y evitar una sobrecarga del sistema. También se valoró la reactivación de líneas de alta tensión que estaban fuera de servicio, como una manera de aliviar la presión de la sobreproducción energética.
Finalmente, AEMO optó por una medida que resultó menos drástica pero efectiva: se notificó a los propietarios de grandes baterías para que mantuvieran sus sistemas vacíos, anticipándose al exceso de producción solar. De esta manera, las baterías podrían absorber la energía sobrante y aliviar el estrés sobre la red. Esta respuesta preventiva evitó mayores problemas, pero dejó en evidencia la urgente necesidad de reformar el mercado eléctrico australiano y establecer una gestión más eficiente del excedente de energía solar.
El exceso de energía solar en Australia está generando riesgos importantes para la estabilidad de la red eléctrica. A diferencia de la generación convencional, la energía solar, por ser intermitente y depender de factores climáticos, resulta difícil de controlar. Esta sobreproducción puede provocar problemas como apagones y sobrecargas, afectando dispositivos eléctricos. Para evitar el colapso, las centrales térmicas deben permanecer activas como estabilizadores, especialmente en momentos de baja producción solar.
Con una penetración solar cada vez mayor y días donde hasta el 70% de la demanda energética se cubre con paneles solares, Australia necesita urgentemente adaptar su infraestructura. Una solución clave es la implementación de baterías a gran escala que almacenen el excedente y aseguren un suministro constante. El avance hacia una red eléctrica flexible y renovable es crucial para evitar que el crecimiento de las energías limpias comprometa la estabilidad del sistema eléctrico nacional.