Un descubrimiento arqueológico en China ha revelado nuevos detalles sobre la vida cotidiana durante la dinastía Tang, un periodo de gran esplendor cultural y económico en la historia del país. Lo que hace que este hallazgo sea especialmente fascinante es la aparición de un personaje poco común en los murales que decoran una tumba: un hombre rubio y barbudo, cuya presencia plantea preguntas intrigantes sobre las conexiones culturales y comerciales de China en el siglo VIII.
La tumba, ubicada en la provincia de Shanxi, fue desenterrada en 2018 durante un proyecto de reconstrucción de carreteras, pero los detalles del descubirmiento no se hicieron públicos hasta recientemente. Esta figura "occidental" ha llamado la atención de los expertos, un hecho que sugiere influencias extranjeras más profundas de lo que se había supuesto anteriormente.
Según los investigadores, puede verse a un hombre con facciones occidentales y el pelo rubio en este mural. Foto: Instituto Provincial de Arqueología de Shanxi
La figura en cuestión ha sido identificada por expertos como un hombre rubio y barbudo, que —según el profesor Victor Xiong de la Western Michigan University— podría representar a un sogdiano, un grupo étnico de Asia Central. Los sogdianos fueron conocidos por ser comerciantes y diplomáticos activos a lo largo de la Ruta de la Seda, la red comercial que conectaba China con el Mediterráneo.
Este descubrimiento formula que la influencia cultural y económica de Asia Central en China pudo haber sido más significativa de lo que se había documentado anteriormente.
El hombre rubio aparece guiando camellos, una imagen que simboliza la función clave de los sogdianos en el comercio a lo largo de la Ruta de la Seda. Esta representación en un contexto tan íntimo como una tumba propone que las interacciones entre los chinos de la dinastía Tang y los pueblos de Asia Central no solo fueron comerciales, sino que también pudieron haber tenido una dimensión social y cultural más profunda.
La tumba, descubierta en la capital de la provincia de Shanxi, es un pequeño sepulcro de ladrillo decorado con ocho escenas pintadas que cubren tanto las paredes como el techo y dejan el suelo como el único espacio libre de murales.
Estas pinturas —realizadas en un estilo típico de la dinastía Tang conocido como “figuras bajo el árbol”— muestran escenas de la vida cotidiana, desde mujeres moliendo harina hasta hombres haciendo pasta.
Los arqueólogos creen que la tumba pertenecía a un hombre de la etnia Han que murió en el año 736 d. C., junto con su esposa. Las escenas representadas en los murales parecen documentar las minucias de su vida diaria, probablemente reflejando sus responsabilidades y actividades habituales.
Esto convierte a la tumba en una especie de cápsula del tiempo que ofrece una ventana única al día a día durante uno de los periodos más influyentes de la historia china.
El descubrimiento de esta tumba y, en particular, de la figura del hombre rubio, amplía la comprensión de la interacción cultural durante la dinastía Tang. Esta era, conocida por su apertura y prosperidad, fue testigo de un gran intercambio cultural y comercial, facilitado por la Ruta de la Seda.
La presencia de un personaje de origen no chino en un mural funerario plantea que estas interacciones fueron más comunes y cercanas de lo que se pensaba.
Además, la riqueza de detalles en las pinturas, desde las vestimentas hasta las actividades cotidianas, proporciona a los historiadores y arqueólogos una mejor comprensión de cómo vivían las personas durante este periodo.
La inclusión de elementos extranjeros en la iconografía funeraria podría indicar que la sociedad Tang era más cosmopolita y estaba más influenciada por las culturas extranjeras de lo que los registros históricos han reflejado hasta ahora.
Los murales pintados en la tumba destacan por su calidad artística, como también por la información que proporcionan sobre las vidas de sus ocupantes. Las figuras pintadas, que parecen ser principalmente las mismas dos personas a lo largo de las escenas, probablemente representan a los dueños de la tumba realizando sus tareas diarias.
Las mujeres son mostradas llevando a cabo tareas domésticas, como moler grano, mientras que los hombres participan en actividades más físicas, como pisar martillos para machacar el arroz.
Este nivel de detalle es inusual y ofrece ejemplos únicos de la vida diaria en la era Tang. Las escenas pintadas reflejan una sociedad donde la vida doméstica y las tareas comunitarias eran de gran importancia, donde la naturaleza y las actividades humanas estaban en armonía, simbolizadas a menudo por la presencia de árboles y otros elementos naturales en el arte.