Corey Comperatore fue uno de los asistentes al mitin de Donald Trump el sábado pasado, donde un joven disparó contra el expresidente de Estados Unidos. Durante el atentado, el hombre murió protegiendo a su familia. La tragedia se desarrolló durante el evento de campaña del demócrata en Pensilvania.
"Corey murió como un héroe", señaló el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, en una conferencia de prensa el último domingo.
Corey Comperatore fue un bombero voluntario de 50 años. Además de su trabajo voluntario como bombero, la víctima era ingeniero de proyectos y herramientas en una empresa de fabricación de plásticos, según sus perfiles en las redes sociales.
Trató de proteger a su familia abalanzándose sobre ellos cuando comenzaron los disparos. Su esposa, Helen, y sus hijas salieron ilesas, pero Comperatore recibió un disparo fatal.
En el ataque, en el que el expresidente sufrió heridas leves, otros dos asistentes también fueron heridos de bala. La policía estatal de Pensilvania comunicó que los heridos fueron David Dutch, de 57 años, y James Copenhaver, de 74 años, ambos en condición estable hasta el momento.
El sospechoso del ataque fue abatido por agentes del Servicio Secreto el mismo día del tiroteo. Posteriormente, el FBI lo identificó como Thomas Matthew Crooks, de 20 años y residente en Bethel Park, en la zona metropolitana de Pittsburgh, ubicada a unos 70 kilómetros del lugar del ataque.
El domingo 14 de julio, el gobernador de Pensilvania informó a los medios de comunicación que había conversado con la esposa y las dos hijas de Comperatore.
"Corey era un padre de niñas. Corey era bombero. Corey asistía a la iglesia todos los domingos. Corey amaba a su comunidad y, sobre todo, Corey amaba a su familia", declaró Shapiro. "Corey era un ferviente seguidor del expresidente y estaba muy emocionado de estar allí anoche con él en la comunidad".
"Lo que sucedió anoche fue impactante... los desacuerdos políticos nunca deben resolverse con violencia", agregó.
La policía estatal reveló que Comperatore residía en Sarver, a unos 19 kilómetros del lugar del ataque, en las afueras de Pittsburgh.
El gobernador Shapiro también mencionó que habló con la familia de uno de los heridos, pero se negó a proporcionar detalles sobre la conversación.