Sudamérica muestra un panorama variado en el uso de tecnologías financieras. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) revela que, pese al crecimiento significativo en el uso de pagos digitales en la región, el efectivo aún domina en varios países. Alrededor del 27% de los adultos permanecen excluidos de los servicios financieros formales, una cifra que contrasta con el 3% en naciones de altos ingresos.
El informe del BID también subraya cómo la pandemia aceleró la transición hacia los pagos digitales, con un aumento del 47% en 2014 al 70% en 2021, y superó el promedio de países emergentes. Sin embargo, en algunos lugares de Sudamérica, la resistencia al cambio y la desconfianza hacia las instituciones financieras siguen impulsando el uso predominante del dinero en efectivo.
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Bolivia se destaca como el país sudamericano donde más se utiliza el dinero en efectivo para las transacciones diarias. A pesar de los esfuerzos por modernizar los sistemas de pago, solo el 22% de los adultos en Bolivia realizan pagos digitales. La falta de acceso a servicios financieros adecuados y una profunda raíz cultural en el uso de efectivo explican esta tendencia. La desconfianza en las alternativas digitales, sumada al temor a fraudes y cobros excesivos, mantiene a muchos bolivianos apegados al efectivo como su medio de pago predilecto.
Perú ocupa el tercer lugar del ranking y presenta un panorama ligeramente más alentador que en Bolivia, pero aun así, el efectivo mantiene un rol preponderante. El 32% de los adultos peruanos utilizan pagos digitales, un número que refleja tanto avances como desafíos persistentes en la inclusión financiera. A pesar de iniciativas significativas para mejorar la infraestructura digital y financiera, una considerable porción de la población aún prefiere el efectivo por razones de seguridad y facilidad de acceso.
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Costa Rica lidera la adopción de tarjetas en América Latina, donde un impresionante 22,4% de su Producto Interno Bruto (PIB) corresponde a transacciones realizadas con tarjetas de débito y crédito. Este alto índice de uso de tarjetas refleja un entorno económico y tecnológico más desarrollado, así como una confianza sólida en las instituciones financieras.
Chile y Brasil siguen a Costa Rica de cerca en la utilización de tarjetas, con un 17,8% de su PIB derivado de pagos con tarjetas. Este uso extendido se atribuye a una red bien establecida de servicios financieros y una alta tasa de bancarización. Los chilenos han adoptado las tarjetas no solo por comodidad, sino también por los beneficios adicionales que ofrecen, como programas de recompensas y seguridad en transacciones.
Este análisis del uso de dinero en efectivo y tarjetas en Sudamérica muestra las diferencias regionales en adopción financiera, pero también destaca la necesidad de políticas inclusivas que puedan acercar la tecnología financiera a todos los sectores de la población.