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Irán, el otro gran enemigo de Israel

Tensión en Medio Oriente. Radiografía de una nación gobernada por clérigos, que oprime a las mujeres y persigue a opositores y que desde hace décadas libra un conflicto “en la sombra” con Israel, el que, en las últimas semanas, con ataques desde uno y otro lado, amenaza con convertirse en una nueva guerra total en el Medio Oriente.

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Sociedad. Irán es un país ultraconservador, que oprime los derechos de mujeres y minorías sexuales. Foto: AFP

Una nación gobernada por clérigos, donde quien manda no es el presidente, sino el líder religioso, con una Policía de la Moral que vigila la vestimenta de las mujeres y un ejército de civiles, el Basij, cuyos 100.000 miembros se encargan de reprimir las protestas contra el régimen.

Irán, el país al que Israel ha puesto en la mira en las últimas semanas, es uno de los más conservadores dentro de una región, el Medio Oriente, extremadamente conservadora, donde gobiernan emires que ejecutan a los opositores, encierran a los homosexuales y consideran a las mujeres ciudadanas de segunda categoría.

Siendo similar en ese aspecto a la mayoría de sus vecinos, la antigua Persia se ha destacado por ser el país musulmán con el discurso más abiertamente enemigo de los Estados Unidos, al que bautizó como el “gran Satán”, y de Israel, al que llama el “pequeño Satán”.

Irán lleva décadas enfrascado en lo que los analistas denominan una “guerra en las sombras” con Israel, país al que no le concede el derecho a existir debido a que ha ocupado ilegalmente territorios pertenecientes a Palestina. Una guerra que, hasta hace unas semanas, se peleaba de manera indirecta, a través de ataques nunca reconocidos a objetivos en el extranjero.

Hace cuatro décadas, la situación entre ambos países era totalmente diferente.

La revolución de los ayatolas

En los tiempos del sha Mohammad Reza Pahlevi, Irán e Israel estuvieron en muy buenos términos. El del sha había sido de los primeros gobiernos en reconocer al Estado judío, en 1950, ante el recelo del resto de naciones musulmanas. Le vendía su petróleo a Israel cuando los demás países árabes se negaban a hacerlo e, incluso, en los años 70, tuvieron un proyecto en conjunto para el desarrollo de sistemas avanzados de misiles.

Pero todo eso cambió con la Revolución iraní. En 1979, estudiantes, obreros y grupos islámicos se manifestaron multitudinariamente en Teherán y otras ciudades del país para exigir la renuncia de Reza Pahlevi. El sha había sucedido a su padre en 1941, apoyado por intereses británicos y norteamericanos, y en 1953 había conspirado con la CIA y el M16 para derrocar a su propio primer ministro, Mohammad Mosaddeq, quien había nacionalizado los campos petroleros en perjuicio de ingleses y estadounidenses. Desde entonces, Reza Pahlevi, según sus críticos, se convirtió en un títere de Washington y en un monarca déspota y corrupto que dilapidaba las arcas públicas en una vida de lujos, mientras su pueblo padecía el hambre.

Cuando la Revolución iraní derrocó al sha y los clérigos tomaron el poder, su líder, el ayatola Ruhollah Jomeini, instauró un gobierno teocrático en el que él se constituyó como el líder supremo, con mando sobre las Fuerzas Armadas, y con un Consejo de Guardianes encargado de controlar las decisiones que adoptara el Parlamento. El manejo administrativo del Gobierno quedó en manos del presidente.

El nuevo régimen demostró ser aún más represivo que el del sha. Miles de enemigos políticos, incluyendo periodistas, han sido ejecutados en las cuatro décadas de los ayatolas en el poder. Las mujeres no tienen derecho al divorcio, a la custodia de sus hijos ni a decidir libremente acerca de su matrimonio. Están obligadas a usar el velo, bajo pena de ser encarceladas. En 2022, una mujer llamada Mahsa Amini murió mientras estaba en custodia de la Policía de la Moral, que la había detenido por violar las reglas sobre indumentaria femenina. Las autoridades también persiguen a los homosexuales y lesbianas. Según organizaciones de DDHH, cientos de ellos han sido ejecutados por haber cometido el “delito” de “sodomía”.

Ataques y respuestas

La Revolución iraní cambió la política del país hacia Israel. Con Ruhollah Jomeini primero y, desde 1989, con su sucesor, Alí Jamenei, Teherán se convirtió en uno de los principales enemigos del Estado judío en la región. Consciente de su menor capacidad militar, nunca lo atacó directamente, pero durante años se dedicó a apoyar, con dinero, entrenamiento y armamento, a grupos armados antiisraelíes, entre ellos Hamás y Hezbolá.

La llamada “guerra en las sombras” acabó el 1 de abril, cuando el Gobierno de Benjamín Netanyahu lanzó un ataque directo al consulado iraní en Damasco, Siria, que dejó siete muertos, entre ellos un alto jefe militar. Aunque los israelíes no se atribuyeron el atentado, los analistas lo interpretaron como una respuesta al apoyo de Irán a la ofensiva sorpresa de Hamás a Israel, el 7 de octubre del año pasado.

Pocos días después, Irán amenazó con “enterrar al régimen sionista” en Gaza. Y el 13 de abril lanzó un ataque aéreo inédito sobre Israel, con 170 drones, más de 30 misiles cruceros y más de 120 misiles balísticos. La mayoría fue interceptada por Israel, con la ayuda de sus aliados Estados Unidos, Reino Unido y Jordania. Tras el hecho, los embajadores iraníes se presentaron ante el Consejo de Seguridad de la ONU para expresar que no tuvieron otra opción que ejercer su derecho a la autodefensa y que no deseaban una escalada.

Los líderes de las potencias mundiales, comenzando por el presidente Joe Biden, pidieron que el conflicto se detuviera en ese punto, pues temen que sea el inicio de una guerra total. El mandatario norteamericano anunció más sanciones contra Irán por el ataque con drones y exhortó a Tel Aviv a actuar con moderación.

Sin embargo, las autoridades israelíes anunciaron que habría represalias. La primera respuesta —hasta el cierre de esta edición, la única— ocurrió la noche del jueves 18, cuando la aviación israelí lanzó ataques limitados a objetivos en territorio iraní. Según funcionarios de Teherán, una de esas ofensivas alcanzó una base militar cerca de Isfahán, una ciudad en el centro de Irán. Otra arremetida israelí fue frustrada en Tabriz, una región al noroeste del país.

Aunque los más optimistas esperan que, tras el último episodio, el toma y daca entre estos dos viejos enemigos haya terminado, la violenta retórica con la que sus líderes se han amenazado en los últimos días no disipa los temores de una escalada mayor. El mundo está atento a lo que ocurrirá en los siguientes días.

Más datos

300 misiles y drones lanzó Irán, el 13 de abril, contra Israel. Fue en respuesta al ataque israelí a su consulado en Damasco.

 88 millones de personas viven en Irán. La mayoría son persas, apenas el 1% es árabe. Es el decimoséptimo país más extenso del mundo.

Enfoque. Farid Kahhat, analista internacional

El régimen iraní es una dictadura teocrática que reprime las protestas de los sectores opositores de la población. Es una dictadura muy peculiar porque los líderes religiosos tienen una importancia fundamental en la toma de decisiones políticas y, además, es un estado que en Oriente Medio se enfrenta a los intereses occidentales, sobre todo estadounidenses e israelíes, y lo hace a través de grupos armados que usan regularmente el terrorismo. Pero el sesgo está en pretender que Irán es el único que hace ese tipo de cosas en la región. El propio Israel, que pretende ser una democracia, gobierna a la población palestina en territorios ocupados sin concederles derechos ni voz ni voto y el Gobierno de Netanyahu intentó acabar con la división de poderes tratando de controlar la Corte Suprema. No hay democracias plenas en la región, e Irán no es la excepción.