En el vasto tapiz de la historia mundial, Latinoamérica emerge como una región rica en cultura, tradiciones y, notablemente, en historia antigua. Entre sus países, uno se destaca por su profundidad histórica, pues se remonta 3.200 años atrás, un testamento de civilizaciones milenarias que han dejado una huella indeleble en el patrimonio cultural global. Este país no solo atesora un pasado glorioso, sino que también alberga la ciudad más antigua de América, una joya que revela los orígenes de la civilización en el continente.
La relevancia de este hallazgo para América Latina es inmensurable, pues no solo refuerza la identidad y el orgullo regional, sino que también atrae el interés global hacia su rica herencia cultural. Este país, custodio de tesoros arqueológicos y tradiciones ancestrales, se erige como un faro de la historia y la cultura en el continente, lo cual invita a explorar sus raíces profundas y a comprender mejor la complejidad de las sociedades precolombinas que allí florecieron.
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México se distingue como el país con la ciudad más antigua de América Latina. Dicha urbe es un espejo del pasado que nos permite vislumbrar la grandeza de las civilizaciones que habitaron esta región. La ciudad de Cholula, con sus 3.200 años de historia, se erige como el símbolo de la antigüedad y la continuidad cultural mexicana. Es hogar de la gran pirámide de Tlachihualtepetl, que no solo es un testimonio de la ingeniería y la arquitectura prehispánica, sino también un centro ceremonial que sigue siendo relevante en la vida espiritual y cultural de sus habitantes.
Cholula, ciudad santuario de Mesoamérica. Foto: UNAM
La importancia de México como custodio de uno de los legados más antiguos de América Latina no puede subestimarse. Este país, con su rica historia precolombina, sus ciudades milenarias y sus tradiciones que se han transmitido de generación en generación, ofrece una ventana única al pasado y permite a propios y extraños sumergirse en la profundidad de su cultura ancestral.
La historia de México, y en particular la de Cholula, es un relato de civilizaciones florecientes, de pueblos que se asentaron en estas tierras hace miles de años y que desarrollaron complejas sociedades, avanzadas tecnologías y una cosmovisión que aún hoy despierta admiración. La ciudad de Cholula, en particular, representa la continuidad de una cultura que ha sabido adaptarse y sobrevivir a lo largo de los siglos, pues ha enfrentado conquistas y cambios, pero manteniendo viva su esencia a través del tiempo.
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En la escena mundial, otros países comparten este título de antigüedad con México. San Marino, por ejemplo, reclama ser la república más antigua, con una historia que se remonta al año 301 d. C. Este pequeño estado, enclavado en el corazón de Europa, junto con otras naciones de larga data como China, Egipto e Irán, forma parte de este exclusivo grupo de países que pueden rastrear sus orígenes a miles de años atrás, cada uno contribuyendo con su propia y única narrativa al rico mosaico de la historia humana.
Este viaje a través de las civilizaciones más antiguas del mundo revela la diversidad y la riqueza del patrimonio humano, lo que nos recuerda la importancia de preservar y valorar nuestras raíces históricas. América Latina, con México a la cabeza, juega un papel crucial en este relato global. Ofrece lecciones de resistencia, innovación y trascendencia que siguen inspirando a la humanidad en su conjunto.
La República de San Marino, una de las naciones más pequeñas y antiguas del mundo, tiene una historia y un origen fascinantes que se remontan a principios del siglo IV. Según la tradición, San Marino fue fundado en el año 301 d.C. por un cantero cristiano llamado Marino, que huyó de la isla de Arbe (actual Croacia) para escapar de las persecuciones religiosas del emperador romano Diocleciano.
Marino se refugió en el Monte Titano, situado en la actual San Marino, y fundó una pequeña comunidad cristiana. La historia cuenta que, antes de su muerte, Marino legó el monte a los habitantes de la zona, instándolos a mantener siempre su independencia. Con el paso de los siglos, esta comunidad creció y se desarrolló en lo que ahora conocemos como la República de San Marino.
La independencia de San Marino se mantiene a lo largo de los siglos a pesar de las numerosas guerras, invasiones y conflictos que asolaron Europa. La república logró mantener su autonomía mediante una hábil diplomacia y, en ocasiones, alianzas estratégicas con las potencias circundantes. Durante el Renacimiento, San Marino se convirtió en un refugio para personas perseguidas por motivos religiosos o políticos, lo que reforzó su compromiso con la libertad y la protección de los derechos humanos.