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La historia del niño que construyó un molino de viento con basura y salvó a su aldea del hambre

Esta es la increíble historia real de un adolescente de Malawi (África) que hizo un molino con objetos reciclados y salvó a su pueblo de la hambruna.

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William Kamkwamb aprendió a crear un molino leyendo libros. Foto: composición LR/BBC

William Kamkwamba estaba destinado a la grandeza. Con apenas 14 años, construyó un molino de viento improvisado con materiales recolectados en su comunidad. Gracias a ello, se volvió mundialmente famoso.

También fue autor del libro autobiográfico “El niño que domó el viento: una historia verdadera de un joven y su lucha por la libertad”, que narra su propio origen y camino al éxito. Tras su publicación en 2009, se convirtió en un éxito instantáneo y se volvió un best-seller internacional.

William Kamkwamba: una hambruna que arrasó con su pueblo

Kamkwamba nació en 1987 en Malawi, África, y provenía de una familia de bajos recursos. En 2001, una sequía severa devastó su aldea y provocó una hambruna en todo el lugar. Un año después comenzó un proyecto que cambiaría su vida para siempre: con materiales reciclados de la basura —como piezas de bicicletas y chatarra—, comenzó la construcción de un molino de viento.

“Se dice que el ingenio es aprender a usar lo que tienes. Como no teníamos materiales para construir un molino de viento, usé lo que tenía y lo modifiqué para que funcionara”, contó William a la BBC.

Tuvo que dejar la escuela por falta de medios, pero nunca se apagó su curiosidad y su educación autodidacta. “La hambruna nos golpeó con tanta fuerza que no teníamos nada que comer. Fue una época difícil para todo el pueblo”, explicó al medio citado.

Empleando los recursos que tenía a la mano, el hombre inició la edificación del molino. Cuando el proyecto concluyó, pudo proporcionar electricidad a su hogar y a sus vecinos. Recién en 2007, este trabajo se hizo público, luego de que un periodista local descubriera el hecho y lo compartiera.

En un principio, sus vecinos dudaban de él, “La gente pensó que estaba fumando marihuana”, dijo. “Así que les dije que solo estaba haciendo algo para juju (magia). Entonces dijeron: ‘Ah, ya veo’”.

“Quería aprovechar los vientos y usarlos para crear energía limpia y renovable. Además, quería mostrarle al mundo que incluso los jóvenes de las aldeas africanas podían crear algo importante”, dijo Kamkwamba.

El molino terminado se ubicó en una torre de madera de árbol de eucalipto azul de cinco metros. “Recibí algunas descargas eléctricas escalando ese (molino de viento)”, dice el Kamkwamba recordando los meses de duro trabajo.

Su historia fue inmortalizada en una película de Netflix llamada “El niño que domó el viento”.