Un escándalo en la industria de consumo masivo se vivió en Estados Unidos en julio de 2006. Todo ocurrió cuando una mujer que laboraba en Coca-Cola intentó vender una receta secreta de la empresa de su acérrima competidora Pepsi.
La mujer junto con dos individuos más intentaron vender una muestra de un producto secreto desarrollado por Coca- Cola por 1,5 millones de dólares, pero Pepsi, al recibir el desleal ofrecimiento, lo denunció ante las autoridades.
Los implicados fueron acusados de robo, fraude y de desvelar secretos industriales, reseñó en ese momento la prensa. Fueron identificados como Joya Williams (41), Ibrahim Dimson (30) y Edmund Duhaney (43). La mujer se desempeñaba como administrativa de un alto ejecutivo de Coca-Cola.
Los involucrados establecieron el primer contacto con Pepsi en mayo de 2006 y, a través de una carta dirigida a un ejecutivo en Nueva York, ofrecían información confidencial detallada sobre el proyecto secreto de Coca-Cola. En ese escrito, Dimson, uno de los acusados, se hacía llamar Dirk.
La misiva llevaba el membrete oficial de la compañía con sede en Atlanta (EE. UU.) y aspiraban conseguir hasta 1,5 millones de dólares de Pepsi por tal ofrecimiento. Sin embargo, la compañía advirtió a Coca-Cola sobre las intenciones de esta red de espionaje industrial y le facilitó una copia con el contenido de la carta. “Hicimos lo que cualquier empresa responsable habría hecho”, comentó el portavoz Mark Dollins.
Ese mismo mes, Coca-Cola se dirigió a las autoridades federales y el FBI activó una operación encubierta para investigar el alcance de la trama y desmantelarla.
Para ese entonces, el organismo logró juntar diversas pruebas que involucraban a Joya Williams, como videos en los que le veía tomar documentos confidenciales de la empresa y con una botella que contenía supuestamente una muestra de la bebida secreta.
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La operación encubierta del FBI llegó a gran escala. Dimson, que se hacía pasar como empleado de Coca-Cola, le prometió a un agente información adicional sobre productos de la empresa al que solo tenían acceso altos ejecutivos. “Ningún ojo ha visto esto más allá de quizás cinco altos ejecutivos”, se lee en el correo que envió.
Ellos tuvieron un primer contacto físico el 2 junio de 2006 y es allí que se intercambiaba una serie de documentos y la supuesta botella. A cambio, Dimson recibiría un primer pago de 30.000 dólares, en billetes de 100 y de 50 dólares.
El 5 junio de 2006, el FBI logra detener a los involucrados tras una exhaustiva investigación. En ese entonces, Coca-Cola agradeció públicamente a su competidor Pepsi por su aviso y lograr desmantelar la trama de espionaje industrial que la acechaba.