El monje Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) aseguraba haber encontrado la mejor receta para el desamor y cómo superar el mal momento sentimental al terminar una relación amorosa.
El religioso español decía a sus seguidores que olviden los métodos tradicionales de sufrir por amor. También instaba a no hacer caso a los consejos del poeta Ovidio, quien recomendaba escapar de la ciudad donde vive el amante, pensar profundamente en sus defectos, mantener la mente ocupada en otros asuntos y tener encuentros sexuales con otra persona.
La única solución, según el ensayista benedictino, que en serio brinda resultados, es contrarrestar el deseo con una intensa alteración: pensar en algo perturbador al mismo tiempo que recuerdas a la persona querida, reseñó el portal The Conversation.
Feijoo creía que el proceso de superación era complicado y sugería sobre cómo seleccionar las imágenes más eficientes para obtener resultados favorables.
Manifestaba que funcionaba mejor si se trata de algo espantoso que uno ha experimentado en persona y, aún mejor, si tienen claro la secuencia de recuerdos mientras se proyecta en el ser amado.
Se necesita mucha paciencia, puesto que hay que entrenar a la imaginación a volar, a gran velocidad, de la figura de la expareja a la horrorosa.
Cabe mencionar que en el ensayo del monje “Remedios del amor” es una exhibición detallada de cómo se desempeña el tratamiento del desapego íntimo.
Jo Hemmings, psicóloga conductista y experta en relaciones de pareja, explicó: “Básicamente, es un estado provocado por una pérdida emocional devastadora”.
“Si bien es diferente para cada uno de nosotros, el sentimiento intenso de tristeza, pena y la sensación abrumadora de que nunca vamos a poder superar el dolor es común (en todos los casos)”, añadió la especialista.
“En términos emocionales, una mala ruptura te hará pasar por cinco etapas de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación”, cuenta Jo Hemmings, según citó la cadena británica BBC. “Por lo general, hay recaídas en este proceso”, agregó.
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“En términos del cerebro, las zonas que registran el dolor físico se activan de la misma manera que con el dolor real. También puede generar síntomas de abstinencia, muy similares a los que sufren los adictos a las drogas”, esclareció la psicóloga.