Break Bar, un bar ubicado en Manhattan, Nueva York (Estados Unidos), el cual permite que los clientes paguen para destruir cosas en la llamada “sala de la ira”, ha sido demandado, debido a que una de sus clientas salió gravemente herida del lugar.
Annaleigh Robbins-Sennewald, una mujer de 25 años, le dijo a The Post que una visita al Break Bar la dejó ensangrentada, por lo que necesitaba cirugía, y cuando le pidió ayuda al gerente, todo lo que obtuvo fue una curita.
La mujer, quien es coordinadora de vestuario en televisión, había ido con amigos a una celebración de cumpleaños en el recinto, mismo que alienta a los clientes a “romper” sus vasos después de tomarse unos tragos.
Annaleigh Robbins-Sennewald visitó el Break Bar para celebrar un cumpleaños con sus amigos. Foto: The Post
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The Break Bar también ofrece sesiones de 30 minutos en una sala separada, donde, por $ 169.99, todo, desde platos hasta televisores viejos, está disponible para destruir con martillos.
La sesión proporciona ocho dispositivos electrónicos y 30 “rompibles” para aplastar. El precio incluye “armas y equipo de seguridad... ¡Para que puedas sacar esa ira de manera segura!”, así lo señala el bar en su sitio web.
“Tenía tacones pequeños, así que me dieron botas protectoras y básicamente guantes de jardinería. Nada protector. No es seguro”, afirmó la demandante.
Annaleigh afirma que un trabajador le dio "crema para quemaduras en la espalda y una toallita para picaduras de mosquitos" para su herida sangrante. Foto: The Post
Robbins-Sennewald también llevaba puesto un casco cuando comenzó la destrucción. “Dentro de los primeros 10 minutos, uno de mis amigos arrojó un vaso y otro lo golpeó con una palanca, y el fragmento voló hacia mí. Levanté la mano para protegerme, atravesó mi guante protector y me cortó el tendón”, recordó.
La mujer estaba borracha, por lo que asegura que el impacto de la lesión no le afectó de inmediato y se mantuvo alejada durante el resto de la sesión.
“No se veía bien. No podía mover el dedo”, dijo, en ese momento el guante se estaba llenando de sangre.
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Annaleigh Robbins-Sennewald recordó no sentir su tendón cortado mientras estaba borracha. Foto: The Post
Cuando llegó el momento de irse, Robbins-Sennewald dice que le pidió a un empleado un botiquín de primeros auxilios, pero “me trajo crema para quemaduras y una toallita para picaduras de mosquitos. El gerente me trajo una curita”.
Ella acusa a Break Bar de negligencia en los documentos de la Corte Suprema de Manhattan. “No estaban preparados para que alguien saliera de allí con alguna lesión”, manifestó, y agregó que le “dieron equipo de seguridad y ese equipo de seguridad no hizo su trabajo”.
Finalmente, se sometió a una cirugía para reparar el tendón cortado, que había impactado su dedo anular derecho, y debe llevar seis meses de fisioterapia.