Aun prometiendo moderar su discurso, desde su llegada al poder en agosto, los talibanes han venido marginado a las mujeres de todos los espacios públicos de Afganistán, prohibiendo su presencia en los colegios, universidades, trabajos, Gobierno, deportes, cultura y la televisión, lo que evidencia un retroceso en caída libre y un sombrío futuro para las nuevas generaciones femeninas.
El recorte de los derechos de ellas se ha venido ejecutando desde el Ministerio de la Invitación, Orientación, Promoción de la Virtud y Preveción del Vicio (que reemplazó al Ministerio de Asuntos de la Mujer), cuyo rol se parece al de una policía religiosa que impone la “decencia pública” y un estricto apego a la interpretación talibana del islam.
Cuando los talibanes anunciaron la vuelta a las aulas de los adolescentes afganos después de más de un mes de pausa, se anunció mediante un comunicado que “todos los profesores y estudiantes varones deben asistir a sus instituciones educativas”, dejando fuera a las adolescentes. Solo se permitió el ingreso a las estudiantes que cursaban clases hasta sexto y séptimo grado y que vistieran la ropa islámica aceptada por la ley Sharia.
Asimismo, las mujeres en la educación superior también han tenido trabas, ya que solo se les ha permitido estudiar en clases segregadas por género, con lo cual se prohíben las clases mixtas. Esto no ha permitido que casas de estudio como la Universidad Bamiyán, la mayor universidad pública del centro de Afganistán y que cuenta con más de 7.000 estudiantes en 34 disciplinas diferentes, puedan continuar su funcionamiento, ya que no tienen el presupuesto para crear más aulas y dictar en ellas. Pero desde el 15 de agosto sus puertas están cerradas debido a la segregación de género impuesta por los talibanes.
En el 2019, la participación de las mujeres en el mercado llegaba a un 21,76%, en base a los esfuerzos que se hizo luego del primer gobierno de los talibanes, según el Banco Mundial; sin embargo, se ha vuelto a retroceder en este espacio.
Las mujeres de la ciudad de Kabul han recibido la orden de quedarse en casa, y solo pueden acudir al trabajo las que cuyas labores no puedan ser realizados por hombres, de acuerdo a las restricciones impuestas.
La orden que fue anunciada por el alcalde en funciones de Kabul, Hamdullah Nohmani, significa en la práctica que las mujeres tienen prohibido trabajar en el Gobierno de la capital afgana. Uno de los únicos trabajos que ellas pueden hacer para el Gobierno de Kabul es limpiar los baños femeninos.
PUEDES VER: Maestras afganas desafían a los talibanes e instalan aulas clandestinas para sus alumnas
En septiembre, un funcionario de la Comisión Cultural de los talibanes, Ahmadullah Wasiq, prohibió a las mujeres practicar deportes con la única razón de que los atuendos que llevaban las deportistas expondrían demasiado su cuerpo.
En el ámbito de los medios de comunicación, el Gobierno conservador ha dictado una serie de medidas que restringen la imagen de la mujer. En diciembre se llevó a cabo el proceso de retirada de imágenes de mujeres en carteles y anuncios en la capital del país, Kabul.
Por otro lado, el pasado noviembre se dictó la directiva que pide a los medios televisivos afganos no emitir películas que incluyan actrices y que los hombres aparezcan vestidos de cuello a rodillas, y que las periodistas de los informativos lleven el velo islámico. Asimismo, se les ha pedido a estos espacios no difundir “telenovelas y culebrones con mujeres”, y que se aseguren de que las periodistas llevaran “velo islámico” en pantalla.
Una de las medidas dictadas a finales de diciembre del 2021 por el Gobierno de los talibanes en Afganistán ha sido que las mujeres que quieran viajar largas distancias deben estar acompañadas por un hombre de su familia cercana. Asimismo, la recomendación del Ministerio de la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio pide también a los conductores que acepten solo a las mujeres en sus vehículos si llevan velo islámico.
El futuro de las mujeres del Estado conservador no es alentador. “Vemos cada día un poco más quiénes son de verdad los talibanes, cuáles son sus puntos de vista en materia de derechos de las mujeres, y es una imagen muy muy oscura”, declaró para AFP Heather Barr, de la ONG Human Rights Watch.
Activistas que se encuentran desde el exilio han expresado su oposición a los talibanes, tal y como lo harían en las sesiones parlamentarias en Kabul. Es por ello que han solicitado a varios embajadores que presionen a sus Gobiernos para que exijan el cumplimiento de los derechos humanos en sus negociaciones con los talibanes.