Un caso de feminicidio indignó a la población de Argentina durante el 2020. Se trata de Iara Rueda, quien salió acudió con su novio en una cita romántica, sin imaginar que sería la última vez que vería a su familia y que sería asesinada.
La adolescente dejó su vivienda antes de que cayera el sol con un portafolio bajo el brazo. Era el anochecer del miércoles 23 de septiembre de 2020 cuando la joven estudiante de 16 años le dijo a su familia que saldría un momento porque iba a llevarle un trabajo práctico a un compañero. En realidad, estaba yendo a encontrarse con Tomás F., un menor de su misma edad con el que salía desde hacía algunos meses.
Iara recorrió varias cuadras del barrio San José, en la ciudad de Palpalá, ubicado en la provincia de Jujuy, hasta el punto de encuentro. Apenas llegó, se percató de que su pareja no estaba en el lugar acordado. Demoró un instante en darse cuenta de que, en realidad, todo era una farsa, según recogió el portal Infobae.
Un auto rojo, que después sería identificado como un Fiat Palio sin patente, se detuvo junto a ella. La adolescente trató de subirse a la bicicleta y huir, pero no lo consiguió. Dos adultos, Raúl Cachizumba y Mauricio Abad, descendieron y la forzaron a entrar a la unidad. En el interior del vehículo también estaba su novio, pero no como víctima, sino como presunto victimario. Posteriormente, los tres trataron de abusarla sexualmente y, como no lo consiguieron, la asesinaron e intentaron quemar el cuerpo.
El último martes, luego de un año de investigación, la Justicia argentina elevó a juicio oral la causa por el asesinato de Iara. De acuerdo al proceso judicial, las condenas para los tres imputados pueden ser prisión de por vida.
“Iara fue subida a ese vehículo por la fuerza. Y luego estuvo desaparecida durante varios días. El padre y la madre (...) hicieron la denuncia algunas horas más tarde y comenzó una búsqueda que fue sumamente defectuosa. La Policía y la Fiscalía actuaron muy mal. El asistente fiscal, cuando llegó la denuncia, pidió que no lo molestaran porque estaba viendo un partido de futbol”, relató Julián Martín Palmieri, abogado de la familia Rueda.
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La indagación para dar con Iara estuvo a cargo del fiscal Darío Osinaga. Desde una primera instancia, los padres de la víctima denunciaron que no fueron escuchados en su pedido para que busquen a su hija. En esos días narraron que nunca se activó el Alerta Sofía, que la Policía provincial no buscó en ningún momento y que la respuesta por parte de los agentes fue siempre la misma: “Seguro que está paseando con algún noviecito o está enojada con ustedes”.
Sin embargo, la menor no estaba paseando por ningún lugar ni se había enojada con nadie. Iara estaba muerta. Mientras los padres escuchaban esas pretextos y se esperanzaban con que apareciera, su hija ya había sido brutalmente asesinada.
Según el expediente al que tuvo acceso Infobae, el 28 de septiembre, cinco días después de la desaparición, el equipo de Caballería de la policía local revisaba un descampado cuando encontraron un cuerpo semi enterrado.
La hipótesis que expresó el fiscal del caso señala que el novio conocía a los delincuentes del barrio y que, incluso, había formado una especie de amistad con ellos. Foto: Infobae
Junto al cadáver había un documento de identidad. Era el de Iara. Fue la primera pista certera de que el cuerpo pertenecía a la joven desaparecida. El siguiente fue la vestimenta, que concordaba con la descripción que había realizado Mónica, la madre, al momento de la desaparición. El cuerpo fue sometido a una autopsia.
El reporte forense del cuerpo reveló que el fallecimiento se produjo entre el 23 y 25 de septiembre. Luego del hallazgo de los restos de la menor, el caso cambió de fiscal. El doctor Diego Cussel se hizo cargo del expediente y arrestó a tres personas por el feminicidio.
Las efectivos atraparon primero a Raúl Arnaldo Cachizumba, un delincuente con entradas y salidas permanentes a la comisaría local. El sujeto fue delatado por una vecina que otorgó un testimonio clave. Gracias a su colaboración, detuvieron a Esteban Mauricio Abad, quien habría aportado el vehículo con el que secuestraron a la menor.
Aunque faltaba alguien más: el eslabón que unía a la víctima con los individuos aprehendidos. Ese vínculo era Tomás F., el novio que engañó a Iara simulando un encuentro romántico que, en realidad, era una trampa. La Policía llegó a él por el teléfono de la víctima, ya que luego de robárselo lo vendió por internet. Una vez que el celular fue hallado no le fue complicado a los investigadores llegar al menor y arrestarlo.
La hipótesis que manifestó el fiscal Cussel señaló que Tomás F. conocía a los dos adultos del barrio y que, incluso, había formado una especie de amistad con ellos. Comentó también que el joven engañó a Iara para sacarla de su hogar y secuestrarla junto a sus cómplices. Una vez que la víctima estuvo retenida contra su voluntad trataron de someterla, pero como no pudieron hacerlo la agredieron hasta quitarle la vida. Después, intentaron quemar el cuerpo y enterraron el cadáver en un terreno despejado.
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“Nosotros, como querellantes, creemos que hay más involucrados. Puntualmente, la familia del menor. ¿Dónde estuvo retenida Iara? ¿Dónde escondieron el cadáver hasta que lo descartaron? Creemos que fue en la casa del chico y que hubo más personas que supieron del tema, pero no nos dejaron producir la prueba correspondiente”, lamentó Palmieri.
Ambos adultos fueron formalmente acusados de homicidio doblemente agravado por alevosía y por mediar violencia de género, lo que prevé una pena de cadena perpetua. En el caso de Tomás F., además, se le suma el agravante del vínculo por su relación de pareja con Iara.