El conflicto entre Israel y Palestina ha vuelto a cobrar la vida de decenas de personas en el Medio Oriente, tras el lanzamiento de 1.000 cohetes por parte del grupo sionista Hamas desde el lunes 10 de mayo por la noche.
En total se han registrado 43 palestinos y cinco israelíes fallecidos a causa de los bombardeos, afirmó el Ejército de Israel. Además, se conoce que unos 850 cohetes cayeron en su territorio o fueron interceptados por el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro, mientras que cerca de 200 se estrellaron dentro de la Franja de Gaza.
“Los terroristas de Gaza están disparando cohetes sin parar mientras los civiles en el centro y sur de Israel pasan la noche en refugios para protegerse del lanzamiento”, informó el Ejército israelí a través de su cuenta de Twitter.
Según el movimiento sionista, Hamas, el masivo ataque se dio como respuesta a la destrucción por parte de Israel de un edificio de 12 plantas en Gaza en el que dirigentes del grupo armado tenían sus despachos.
A continuación, conoce cómo inició este enfrentamiento entre Israel y Palestina, qué lo motivó y aún lo motiva para que la pelea continúe y no haya solución hasta la fecha. Asimismo, entérate sobre qué implicancias políticas tiene a su alrededor y cuáles son los factores a considerar para que se intenten superar las diferencias.
La región de Palestina, situada entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, y considerada sagrada para musulmanes, judíos y católicos, pertenecía a inicios del siglo XX al Imperio Otomano y estaba ocupada mayormente por árabes y otras comunidades musulmanas. Pero una fuerte inmigración judía, fomentada por las aspiraciones del movimiento sionista, comenzó a generar resistencia entre las comunidades.
Tras la desintegración del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, Reino Unido recibió un mandato de la Liga de Naciones para administrar el territorio de Palestina.
Los británicos realizaron diversas promesas a los árabes y a los judíos que posteriormente no llegaron a cumplir, entre otros motivos porque ya se habían dividido el Medio Oriente con Francia. Esto provocó un clima de tensión entre nacionalistas árabes y sionistas que desencadenó en enfrentamientos entre grupos paramilitares judíos y bandas árabes.
Luego de la Segunda Guerra Mundial y tras el Holocausto, aumentó la presión por establecer un Estado judío. El plan original contemplaba la partición del territorio controlado por la potencia europea entre judíos y palestinos.
Tras la fundación de Israel el 14 de mayo de 1948, la tensión pasó de ser un tema local a un asunto regional. Al día siguiente, Egipto, Jordania, Siria e Irak invadieron este territorio. Fue la primera guerra árabe-israelí, también conocida por los judíos como guerra de la independencia o de la liberación. El conflicto provocó que la región inicialmente prevista por las Naciones Unidas para un Estado árabe se redujera a la mitad.
En 1956, una crisis por el Canal de Suez enfrentaría al Estado de Israel con Egipto, lo que generó de esta forma nuevas disputas en el territorio. No obstante, este conflicto no fue definido en el terreno de combate, sino por la presión internacional sobre Israel, Francia e Inglaterra.
Once años después, en 1967, se desarrollaría una de las guerras que tuvo consecuencias profundas y duraderas a distintos niveles en la región: la Guerra de los Seis Días. Fue una victoria aplastante de Israel frente a la coalición árabe, ya que logró capturar la Franja de Gaza y la península del Sinaí a Egipto, Cisjordania (incluida Jerusalén Oriental) a Jordania y los Altos del Golán a Siria. Medio millón de palestinos huyeron.
El último conflicto árabe-israelí fue la guerra de Yom Kipur en 1973, que enfrentó a Egipto y Siria contra Israel y le permitió a El Cairo recuperar el Sinaí (entregado completamente por Israel en 1982), pero no Gaza. Seis años después, Egipto se convirtió en el primer país árabe en firmar la paz con Israel, un ejemplo solo seguido por Jordania.
La tradición judía indica que el territorio en el que se asienta Israel es la Tierra Prometida por Dios al primer patriarca, Abraham, y a sus descendientes. La zona fue invadida en la antigüedad por asirios, babilonios, persas, macedonios y romanos. Roma fue el imperio que le puso a la región el nombre de Palestina y que, siete décadas después de Cristo, expulsó a los judíos de su tierra tras combatir a los movimientos nacionalistas que perseguían la independencia.
Con el surgimiento del Islam, en el siglo VII después de Cristo, Palestina fue ocupada por los árabes y luego conquistada por los cruzados europeos. En 1516 se estableció la dominación turca que duraría hasta la Primera Guerra Mundial, cuando se impuso el mandato británico.
El Comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestina (UNSCOP, por sus siglas en inglés) aseguró en su informe a la Asamblea General del 3 de setiembre de 1947 que los motivos para que un Estado judío se estableciera en Medio Oriente se centraban en “argumentos basados en fuentes bíblicas e históricas”, la Declaración de Balfour de 1917, en la que el Gobierno británico se declara a favor de un “hogar nacional” para los judíos en Palestina, y en el Mandato británico sobre Palestina.
Tras el holocausto nazi contra millones de judíos en Europa antes y durante la Segunda Guerra Mundial, creció la presión internacional para el reconocimiento de un Estado judío. Al no poder resolver la polarización entre el nacionalismo árabe y el sionismo, el Gobierno británico llevó el problema a la ONU.
El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General aprobó un plan para la partición de Palestina que recomendaba la creación de un Estado árabe independiente y uno judío, y un régimen especial para la ciudad de Jerusalén. El plan fue aceptado por los israelíes, pero no por los árabes, que lo veían como una pérdida de su territorio, por lo que nunca se implementó.
Un día antes de que terminara el mandato británico sobre Palestina, el 14 de mayo de 1948, la Agencia Judía para Israel, representante de los judíos durante el mandato, declaró la independencia del Estado de Israel y, al día siguiente, solicitó su incorporación como miembro a las Naciones Unidas.
El Comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestina, en su informe a la Asamblea General en 1947, recomendó que el Estado árabe incluyera “Galilea Occidental, la región montañosa de Samaria y Judea, con la exclusión de la ciudad de Jerusalén, y la llanura costera de Isdud hasta la frontera egipcia”. Pero la división del territorio quedó definida por la Línea de Armisticio de 1949, establecida tras la creación de Israel y la primera guerra árabe-israelí.
Los dos territorios palestinos son Cisjordania (que incluye Jerusalén Oriental) y la Franja de Gaza, que se encuentran a unos 45 km de distancia. Tienen un área de 5.970 km² y 365 km², respectivamente. Cisjordania se encuentra entre Jerusalén, reclamada como capital tanto por palestinos como por israelíes, y Jordania hacia el este, mientras que Gaza es una franja de 41 km de largo y entre seis y 12 km de ancho.
Actualmente, la Franja está controlada por Hamas, el principal grupo islámico palestino que nunca ha reconocido los acuerdos firmados entre otras facciones palestinas e Israel. En cambio, Cisjordania está regida por la Autoridad Nacional Palestina, el Gobierno palestino reconocido internacionalmente cuya principal facción, Fatah, no es islámica sino secular.
Tras la creación del Estado de Israel y el desplazamiento de miles de personas que perdieron sus hogares, el movimiento nacionalista palestino comenzó a reagruparse en Cisjordania y Gaza, controlados respectivamente por Jordania y Egipto, y en los campos de refugiados creados en otros estados árabes.
Poco antes de la guerra de 1967, organizaciones palestinas como Fatah —liderada por Yasser Arafat— conformaron la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y lanzaron operaciones contra Israel primero desde Jordania y luego desde Líbano. Pero estos ataques incluyeron también atentados contra objetivos israelíes en territorio europeo que no discriminaron entre aviones, embajadas o deportistas.
Tras años de atentados palestinos y asesinatos selectivos de las fuerzas de seguridad israelíes, la OLP e Israel firmarían en 1993 los acuerdos de paz de Oslo, en los que la organización palestina renunció a “la violencia y el terrorismo” y reconoció el “derecho” de Israel “a existir en paz y seguridad”, algo que la organización islámica palestina Hamas nunca aceptó.
Luego de los acuerdos firmados en la capital noruega fue creada la Autoridad Nacional Palestina, que representa a los palestinos ante los foros internacionales. Su presidente es elegido por voto directo y él a su vez escoge un primer ministro y a los miembros de su gabinete. Sus autoridades civiles y de seguridad controlan áreas urbanas (Área A, según Oslo), mientras que solo sus representantes civiles —y no de seguridad— controlan áreas rurales (Área B).
Jerusalén Oriental, considerada la capital histórica por parte de los palestinos, no está incluida en este acuerdo, por lo que es uno de los puntos más conflictivos entre ambas partes.
La demora para el establecimiento de un Estado palestino independiente, la construcción de asentamientos de colonos judíos en Cisjordania y la barrera de seguridad en torno a ese territorio —condenada por la Corte Internacional de Justicia de La Haya— han complicado el avance de un proceso de paz.
Pero estos no son los únicos obstáculos, tal como quedó claro en el fracaso de las últimas conversaciones de paz serias entre ambos grupos que tuvieron lugar en Camp David, Estados Unidos, en el año 2000, cuando un saliente Bill Clinton no logró un acuerdo entre Arafat y el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak.
Las diferencias que parecen irreconciliables son las siguientes:
Jerusalén: Israel reclama soberanía sobre la ciudad (sagrada para judíos, musulmanes y cristianos) y asegura que es su capital tras tomar Jerusalén Oriental en 1967. Eso no es reconocido internacionalmente. Los palestinos quieren que Jerusalén Oriental sea su capital.
Fronteras y terreno: Los palestinos demandan que su futuro Estado se conforme de acuerdo a los límites previos al 4 de junio de 1967, antes del comienzo de la Guerra de los Seis Días, algo que Israel rechaza.
Asentamientos: Son viviendas, ilegales de acuerdo al derecho internacional, construidas por el Gobierno israelí en los territorios ocupados por Israel tras la guerra de 1967. En Cisjordania y Jerusalén Oriental hay más de medio millón de colonos judíos.
Refugiados palestinos: Los palestinos sostienen que los refugiados (10,6 millones, según la OLP, de los cuales casi la mitad están registrados en la ONU) tienen el derecho de regreso a lo que hoy es Israel, pero para Israel abrir la puerta destruiría su identidad como Estado judío.
La ONU reconoció a Palestina como “Estado observador no miembro” a fines de 2012 y dejó de ser una “entidad observadora”. De esta manera, les permitió a los palestinos participar en los debates de la Asamblea General y mejorar las posibilidades de ser miembro de agencias de la ONU y otros organismos.
Pero el voto no creó al Estado palestino. Un año antes los palestinos lo intentaron, pero no consiguieron apoyo suficiente en el Consejo de Seguridad.
Por otro lado, se conoce que el 70% de los miembros de la Asamblea General de ONU (134 de 192) reconoce a Palestina como Estado.
Primero hay que considerar la existencia de un importante y poderoso cabildeo pro-Israel en Estados Unidos y el hecho de que la opinión pública suele ser favorable a la postura israelí, por lo que para un presidente quitarle el apoyo a Israel es virtualmente imposible.
De acuerdo a una encuesta encargada por la BBC, realizada el año 2013 en 22 países, EE. UU. fue la única región occidental con una opinión favorable de Israel, y el único país de la encuesta con una mayoría de opiniones positivas (51%).
Además, ambas naciones son aliadas militares: Israel es uno de los mayores receptores de ayuda estadounidense y la mayoría llega en subvenciones para la compra de armamento.
Por su lado, los palestinos no tienen el apoyo abierto de una potencia. En la región, Egipto dejó de apoyar a Hamas tras la deposición por parte del Ejército del presidente islamista Mohamed Morsi, mientras que Siria e Irán y el grupo libanés Hezbolá son sus principales apoyos. Aunque la causa del grupo genera simpatía en muchos sectores, por lo general no se traduce en hechos.
El conflicto palestino-israelí vive uno de sus momentos más convulsos de los últimos años. Los grupos palestinos de Gaza dispararon más de 1.000 cohetes hacia Israel desde el lunes 10 de mayo por la noche, cuando se intensificaron los enfrentamientos luego de días de disturbios en Jerusalén, afirmó el Ejército israelí.
Unos 850 cohetes cayeron en Israel o fueron interceptados por el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro, informó el portavoz del Ejército israelí, Jonathan Conricus. El sistema defensivo solo intercepta a los proyectiles que les espera produzca daños, y deja pasar a los que están proyectados a caer en zonas desiertas.
El movimiento islamista Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, lanzó la primera salva de cohetes hacia Jerusalén alrededor de las 6.00 p. m. del lunes. Los cohetes palestinos causaron la muerte de cinco personas y decenas de heridos en Israel, según la Policía y los servicios de socorro.
Según el movimiento islamista, el martes 11 de abril fueron disparados 130 cohetes contra la ciudad israelí de Tel Aviv, donde sonaron las alarmas antiaéreas y fue temporalmente cerrado el aeropuerto Ben Gurión.
Hamas sostuvo que había lanzado ese ataque masivo en respuesta a la destrucción por parte israelí de un edificio de 12 plantas en Gaza, en el que dirigentes del movimiento armado tenían sus oficinas.
La decisión de dar luz verde a la fase militar en el terreno tiene, según Israel, un objetivo limitado: desarmar a los militantes palestinos y destruir los túneles construidos por Hamas y otros grupos con el objetivo de infiltrarse en Israel.
El Gobierno quiere el fin de los lanzamientos de cohetes de Hamas contra territorio israelí, la mayoría de los cuales no impactan porque cuenta con la Cúpula de Hierro, un avanzado sistema antimisiles.
Israel afirma que tiene derecho a defenderse y suele decir que cualquier Estado que se vea enfrentado a la realidad de convivir con un vecino que le lanza cohetes, reaccionaría como lo está haciendo, y culpa a Hamas de usar escudos humanos y de atacar desde zonas civiles en Gaza, algo que el grupo palestino niega.
Hamas asegura que lanza cohetes contra Israel como legítima defensa, en represalia contra la muerte de partidarios del grupo a manos de israelíes y en el marco de su derecho a resistir la ocupación y el bloqueo.
Los israelíes tendrían que apoyar un Estado soberano para los palestinos que incluya a Hamas, levantar el bloqueo a Gaza y las restricciones de movimiento en Cisjordania y Jerusalén Oriental. En tanto, los grupos palestinos deberían renunciar a la violencia y reconocer el Estado de Israel.
Además, se tendrían que alcanzar acuerdos razonables en materia de fronteras, asentamientos judíos y retorno de refugiados.
No obstante, desde 1948, año de la creación del estado de Israel, muchas cosas han cambiado, en especial la configuración de los territorios en disputa tras las guerras entre árabes e israelíes. Para Israel esos son hechos consumados, pero para los palestinos no, puesto que insisten en que las fronteras a negociar deberían ser aquellas que existían antes de la guerra de 1967.
Asimismo, mientras en el terreno bélico las cosas son cada vez más incontrolables en la Franja de Gaza, existe una especie de guerra silenciosa en Cisjordania con la continua construcción de asentamientos judíos, lo que reduce, de hecho, el territorio palestino en esas zonas autónomas.
Pero quizás el tema más complicado de solucionar por su simbolismo es Jerusalén, la capital tanto para palestinos como para israelíes. La Autoridad Nacional Palestina, que gobierna Cisjordania, y el grupo Hamas, en Gaza, reclaman la parte oriental como su capital pese a que Israel la ocupó en 1967.
Los especialistas sostienen que un pacto definitivo nunca será posible sin resolver este punto. Otros podrían negociarse con concesiones, Jerusalén no.
Con información de BBC Mundo.