El Reino Unido vuelve al estricto confinamiento del pasado marzo por la alarmante expansión de la nueva variante del coronavirus, que amenaza con colapsar los hospitales.
En un mensaje dirigido a la nación en una declaración televisada, el primer ministro británico, Boris Johnson, remarcó que la nueva variante —entre un 50 y un 70 % más transmisible— se está propagando “de manera frustrante y alarmante” y dijo que los hospitales “están soportando más presión por el Covid que en cualquier momento desde el principio de la pandemia”.
Con más de 75.400 muertes, el Reino Unido es uno de los países de Europa más castigados por el coronavirus y se enfrenta a otra ola imparable de contagios desde el descubrimiento en diciembre de una nueva modalidad mucho más transmisible que la cepa previa.
“Tenemos que hacer más, juntos, para poner esta nueva variante bajo control mientras distribuimos nuestras vacunas”, afirmó Johnson en un breve y solemne mensaje a la nación retransmitido en la hora de mayor audiencia nocturna. “Por lo tanto, debemos entrar en un confinamiento nacional lo suficientemente duro para contener esta cepa”, agregó.
Parte de las nuevas directrices detalladas el lunes que forman parte de este tercer confinamiento, Johnson instruyó a los ciudadanos a quedarse en sus casas y solo salir “por motivos limitados”.
Entre ellos, “comprar productos esenciales, buscar ayuda médica —como solicitar un test de coronavirus—, trabajar si es absolutamente necesario, hacer ejercicio o escapar de situaciones de abuso doméstico”.
En cuanto a los colegios y universidades, estos centros impartirán sus clases a distancia desde este martes y hasta mediados de febrero, aunque se mantendrán operativos los servicios de cuidado de los más pequeños, como guarderías.
Pese a las nuevas pautas, Johnson destacó como “gran diferencia” entre este nuevo confinamiento y el anterior el hecho de que el país está en esta ocasión sumido “en la mayor campaña de vacunación de la historia” de la nación europea.
En este contexto, los cuatro consejeros médicos de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, más el director del servicio público de salud inglés, habían pedido conjuntamente restricciones totales ante el “riesgo de que los servicios de sanidad se vean superados”.
También en Escocia, la primera ministra, Nicola Sturgeon, había anunciado poco antes su decisión de “introducir a partir de medianoche, durante todo el mes de enero, un requisito legal de permanecer en casa, excepto para fines esenciales (...) similar al confinamiento del pasado marzo”.
El Gobierno confía en acelerar las vacunaciones ante el inquietante aumento de los contagios, que las autoridades sanitarias relacionan con la nueva variante del coronavirus, tras registrarse el lunes en el conjunto del país 58.784 nuevos casos, la cifra más alta desde el comienzo de la pandemia.
El ratio de contagios al 30 de diciembre era de 518 por 100.000 habitantes en Inglaterra y 950 en Londres.
También los principales asesores médicos del país recomendaron el lunes elevar el nivel de alerta —del 4 al 5— y señalaron que el sistema sanitario público “podría verse desbordado en 21 días” a menos de que se adopten medidas más duras.
“Sin nuevas medidas, hay un riesgo material de que en varias áreas el NHS se vea desbordado en los próximos 21 días”, dijeron.
Agregaron que “los casos están aumentando casi en todas partes, en gran parte del país impulsados por la nueva variante más transmisible del virus”.
Ilusión. La distribución de la vacuna de Oxford/AstraZeneca aparecía como el único motivo de esperanza en las islas.
Antígeno. El Reino Unido, que ya ha inoculado a un millón de personas con la vacuna de Pfizer/BioNTech, se convirtió el lunes en el primer país en administrarla la segunda.
Hito. Brian Pinker, un jubilado británico de 82 años, fue el primero en recibirla en el hospital Churchill.