“La ley solo autoriza la sedación profunda a unas horas de la muerte. ¡Pero yo, estoy en fase terminal desde hace 34 años!”, contaba Alain Cocq, un francés de 57 años, aquejado de una enfermedad incurable que en agosto pidió al presidente Emmanuel Macron “ayudarlo a morir”.
Cocq había escrito al mandatario de Francia que autorizara a un médico a que le recetara un barbitúrico para “partir en paz”. Indico, también, que si no aceptaban su petición, abandonaría su tratamiento y moriría como ha vivido, “sufriendo”, advertencia que ahora está dispuesto a materializar.
“Puesto que no estoy por encima de la ley, no puedo acceder a su demanda”, le respondió Macron en una carta enviada a Cocq y de la que la AFP obtuvo una copia. “No puedo pedir a alguien que se salte el marco legal actual”, añadió el presidente.
Por ello, Cocq ha confirmado su intención de morir dejando de alimentarse, hidratarse y tratarse –salvo para aliviar el dolor- a partir de este viernes “a la hora de acostarse”.
“Con emoción, respeto su iniciativa”, afirmó Macron en su carta, que incluye una frase manuscrita: “Con todo mi apoyo personal y mi respeto profundo”.
Alain Cocq, que sufre una enfermedad incurable, espera que con su decisión de dejarse morir permita la ley de sedación paliativa en enfermedades incurables. Foto: AFP
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Con el objetivo de “mostrar a los franceses lo que es la agonía impuesta por la ley”, Cocq difundirá el final de su vida, que estima durará entre “cuatro y cinco días”, a partir del sábado cuando se despierte, “en directo” en su página de Facebook.
Desde hace 34 años, Cocq se encuentra condenado a una cama; está completamente paralizado y sufriendo insoportables dolores provocado por una enfermedad extremadamente rara, sin nombre, que hace que las paredes de las arterias se peguen, provocando una “isquemia”, esto es, un paro o insuficiencia de la circulación sanguínea en un tejido o un órgano.
“Decidí decir basta”, explicó recientemente a la AFP este hombre, que sufrió nueve operaciones en cuatro años y es víctima de descargas eléctricas cada “dos o tres segundos”.
“Mis intestinos se vacían en una bolsa. Mi vejiga se vacía en una bolsa. No puedo alimentarme, así que me ceban como a un ganso, con un tubo en el estómago. Ya no tengo vida digna”, relató.
Con esa decisión, Cocq espera que su lucha sobrevivirá y que en el futuro se adoptará una ley de sedación paliativa que permita unos cuidados de fin de vida que eviten “sufrimientos inhumanos”. “Mi combate se prolongará en el tiempo”, asegura.
Con información de AFP