El 25 de julio, el barco carguero MV Wakashio, de origen japonés y bandera panameña, quedó encallado en el océano Índico, al este de la isla de Mauricio. Tras días de inactividad, comenzaron a aparecer enormes manchas de petróleo en el agua, lo que llegó hasta las zonas costeras. Resultó que el navío no llevaba carga, pero sí una gran cantidad de combustible: más de 200 toneladas de diésel y 3.800 de fuel.
El territorio de Mauricio, compuesto por una isla principal y otras más pequeñas, está ubicado al este de África, cerca de Madagascar. Es una región de arrecifes de coral, que llevaban unos quince años rehabilitándose, y también de abundante diversidad marina y terrestre, con reservas naturales en sus alrededores. Por eso, cuando sus autoridades se percataron del masivo derrame, declararon una emergencia ambiental y solicitaron ayuda internacional, ya que no disponen de equipos suficientes para frenar el inminente desastre ecológico.
Arrecife de coral en el mar que rodea Mauricio. Captura de video: AFP.
Hasta este momento, se sabe que entre 800 y 1.000 toneladas de hidrocarburo se han vertido en estas prístinas aguas. Los equipos de ayuda que llegan de Francia y Japón hacen lo que pueden, pero el daño es evidente. Los pobladores, por su parte, no se han quedado a esperar que toda esa riqueza biológica se pierda por completo.
“La población se ha involucrado a la acción de respuesta. Han preparado barreras hechas de sacos rellenos de vegetación de la isla como la caña, que funciona perfectamente como absorbente de petróleo”, dijo a La República Eric Stucchi, especialista en derrames de petróleo de COAM Perú.
Barreras fabricadas por pobladores y voluntarios. Foto: AFP.
Para nutrir estas barreras, los habitantes de la isla también emplean pelo humano, un material al que se adhieren los aceites, como el petróleo. Para conseguir grandes cantidades, las peluquerías están ofreciendo descuentos o cortes de cabello gratis. En tanto, un grupo de voluntarios acumula el pelo con caña, paja y plumas en los extensos cilindros flotantes.
Stucchi afirma que las autoridades del país insular están muy involucradas, “ya que es una isla turística, y (el derrame) está afectando arrecifes, manglares y las playas de la isla”.
Al mismo tiempo que se combatía el petróleo vertido en el mar, tuvieron que lidiar con una amenaza aún mayor: la gigantesca embarcación, con más de 3.000 toneladas de petróleo restantes, se podía partir en dos en cualquier momento debido a la posición en que se encontraba.
“El gobierno contrató una empresa que dispuso dos naves más pequeñas para acercarse lo suficiente al barco siniestrado, sin correr el riesgo de encallar con el fondo marino, para sacar el combustible que está en los tanques y evitar un derrame de mayor magnitud”, explicó el especialista.
Dos pequeñas embarcaciones extraer el combustible restante del carguero. Foto: AFP.
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Este 15 de agosto, se confirmó que el MV Wakashio se había fracturado y estaba a punto de partirse. En un comunicado emitido el mismo día, el gabinete de crisis creado por el gobierno anunció que aún quedaban 90 toneladas de petróleo por sacar del barco.
En tanto, las predicciones metereológicas no son nada favorables para la zona, ya que las olas llegarán a una altura máxima de 4 a 5 metros en los próximos días. Todo indica que el carguero japonés tiene las horas contadas.
Ya sea que se logre o no evitar un mayor derrame, ninguna labor actual podrá revertir el daño que sufrirá la vida y la naturaleza en esta región. Por su parte, el oceanógrafo y experto medioambiental mauriciano Vassen Kauppaymuthoo estima que se necesitarán “unos diez años para que el ecosistema marino se parezca a lo que era”, recoge la agencia Efe.