Más de 100 muertos y al menos 4.000 heridos dejó la explosión de 2.750 toneladas de nitrato de amonio en el puerto de Beirut en Líbano, según la Cruz Roja. Las imágenes de un día después de la catástrofe del 4 de agosto provocan un nudo en la garganta en millones de personas.
Escombros por doquier, columnas de humo, el incesante ruido de las sirenas y la evacuación de sobrevivientes es el desolador panorama que se observa en el puerto de Beirut declarado como “zona catastrófica” por el Consejo Supremo de Defensa libanés.
La infraestructura de los hospitales del lugar terminó dañada por la fuerte explosión, además de estar hacinados por el ingreso de miles de heridos y de pacientes con coronavirus, cuyos contagios aumentaron en Líbano.
Aún se desconoce el origen del impresionante estallido, pero la causa es un cargamento de nitrato de amonio de 2.750 toneladas sin custodiar.
Por tal motivo, la Organización del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBTO, por sus siglas en inglés) analiza los detalles de la gran explosión, sostuvo Viena Gill Tudor, portavoz de este organismo a EFE.
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El primer ministro libanés, Hassan Diab, pidió ayuda a todos los países y “amigos del Líbano” tras asegurar que sus compatriotas están “lidiando con una auténtica catástrofe”, que dejó el puerto destruido, calles, edificios y plazas en ruinas.
Israel, un país que no tiene relaciones diplomáticas con Líbano, se ha sumado a los países que han brindado ayuda debido a la brutal explosión en el puerto de Beirut. La lista también incluye a Francia, China y Estados Unidos. El Ministro de Defensa informó que le ofrecieron “ayuda médica humanitaria” y “asistencia inmediata”.