Una embarazada de 40 años ingresó a un hospital de Toronto (Canadá) en abril pasado. Presentaba dolor muscular, pérdida de apetito, fatiga, tos seca y fiebre. Se había sentido mal en las últimas 24 horas y, tras una prueba rápida de hisopado faríngeo, los médicos determinaron que padecía coronavirus (COVID-19).
La canadiense cargaba patologías previas: diabetes y neutropenia, un mal que produce que la sangre no tenga cantidad suficiente de glóbulos blancos. Durante su embarazo, además, había sufrido tres infecciones bacterianas. Sin embargo, los médicos no mostraron preocupación por el bebé.
A pesar de que todos los exámenes preliminares eran “inofensivos”, de pronto, en la semana 36, la embarazada presentó alteraciones en su coagulación sanguínea y disminuyó su número de plaquetas.
Entonces los médicos decidieron practicarle una cesárea. El bebé finalmente llegó al mundo con 2.930 gramos, “fuerte y vital”, como los médicos del país lo describen en su informe publicado en el Canadian Medical Association Journal (CJAM).
El niño fue separado de la madre inmediatamente después del nacimiento y llevado a una incubadora. El día del nacimiento, al día siguiente y una semana después, se le tomaron muestras para detectar el SARS-CoV-2.
Las tres fueron positivas. El virus también se detectó en su plasma sanguíneo, en su heces y en la placenta.
“En el caso de Canadá, hay muchas cosas que sugieren que la transmisión realmente tuvo lugar en el útero”, dijo a la revista alemana Der Spiegel Manuel Schmid, médico de neonatología del Hospital Universitario de Zurich. Hasta ahora se asumía que el nuevo coronavirus (COVID-19) no podía cruzar la barrera placentaria.
Foto: AFP.
La llamada “transmisión vertical” no se veía posible. “Apenas había estudios de caso; sin embargo, el número aumenta con el número creciente de personas infectadas”, añadió Schmid. “Creo que podemos decir hoy que parece haber casos aislados en los que se producen transmisiones SARS-CoV-2 en el útero, pero todavía parecen ser la excepción”.
El caso de Canadá es uno de varios informes en los que los bebés dieron positivo para el coronavirus inmediatamente después del nacimiento. Recientemente se informó un caso de México, donde unos trillizos tuvieron el mismo resultado.
“Si el virus es detectable en los recién nacidos muy temprano, es decir, en las primeras horas después del nacimiento, es muy probable que ya haya ocurrido una infección antes o durante el nacimiento”, apuntó el experto. “Pero en el caso de una infección que solo se detecta en los primeros días de vida, otras personas en el hospital también pueden ser consideradas portadoras”.
Por su parte, otra investigación en Francia concluyó que es “extremadamente raro” que una futura mamá con coronavirus (COVID-19) pueda transmitir el mal a su bebé, “pero no se puede excluir” la posibilidad.
Según el estudio, ocho de 179 recién nacidos —cuyas mamás padecían el SARS-CoV-2— dieron positivo tras su nacimiento. En estos casos, las madres se infectaron poco antes del parto. Todavía no se ha investigado lo suficiente sobre la “transmisión vertical” para verter declaraciones definitivas.
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Pero el vicepresidente de la Sociedad Alemana de Ginecología y Obstetricia (DGGG), Frank Louwen, no cree que los niños puedan infectarse en el útero.
Más bien —dijo a Der Spiegel—, es probable que los virus pasen al niño durante el parto: “No es raro que los partos complicados, como los prematuros, resulten en la transferencia de células sanguíneas aún más grandes de madre a hijo”.
La DGGG ha publicado una guía para médicos y personas afectadas por los riesgos de coronavirus (COVID-19) en el embarazo, que actualmente se está actualizando. “La transmisión vertical del virus aún no se ha asumido”, asevera el documento.
Mientras tanto, personal sanitario y las madres deben seguir medidas de higiene para evitar infectar al niño. La OMS también recomienda que se realice una cesárea solo si está médicamente justificado.
“En este momento, veo un mayor riesgo de sobretratamiento: en China, a menudo se realizan cesáreas o se anticipa el embarazo debido al virus. Ahora hay numerosas recomendaciones que han adoptado este enfoque, están mal fundadas”, zanjó el doctor Manuel Schmid.