El papa Francisco celebró en el Vaticano la misa del Domingo de Ramos, que conmemora la entrada de Jesucristo en Jerusalén y da inicio a la Semana Santa, de una forma particular.
Con motivo de la pandemia del coronavirus, por primera vez en la historia la ceremonia eclesiástica se desarrolló sin fieles, como parte de las medidas impuestas para evitar una mayor propagación.
En medio de la enfermedad COVID-19, Francisco se refirió a la salvación y al ejemplo de Jesucristo, que nos sirvió “dando su vida por nosotros”, refirió el sitio oficial Vatican News.
“Él nos ama, puesto que pagó por nosotros un gran precio”, aseguró el sumo pontífice y de esa forma comenzó la homilía durante la santa misa del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor.
En sus palabras se refirió particularmente a la traición y al abandono. "Jesús sufrió la traición del discípulo que lo vendió y del discípulo que lo negó. Fue traicionado por la gente que lo aclamaba y que después gritó: 'Sea crucificado'".
En cuanto a la soledad, además de referirse a otro momento bíblico, hizo referencia a la situación que padecen las personas contagiadas de coronavirus, obligadas a estar sin su gente querida.
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“Cuando nos sintamos entre la espada y la pared, cuando nos encontremos en un callejón sin salida, cuando parezca que ni siquiera Dios responde, recordemos que no estamos solos. Jesús experimentó el abandono total, la situación más ajena a Él, para ser solidario con nosotros en todo. Lo hizo por mí y por ti”, dijo.
Mas de 1 215 000 personas han contraído COVID-19 y casi 66 000 han perdido la vida, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
El papa Francisco ofició la misa en el interior de la Basílica de San Pedro y no en la plaza vaticana, como es habitual. Además, lo acompañaron un exiguo grupo de religiosos, que respetaron en todo el momento la distancia correspondiente.
El papa Francisco, actual pontífice de la Iglesia católica y jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano, tiene 83 años.