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‘La mujer vampiro’: se hizo tatuajes y perforaciones sin anestesia como símbolo contra la violencia

La abogada María José Cristerna tiene tres Guinness, colmillos, perforaciones e incluso cuernos. “Ningún dolor se compara con el de un alma rota”, exhorta.

En México. María José Cristerna (43), nacida en Jalisco, está acostumbrada a los apelativos: a veces, cuando camina por la calle, le gritan diabólica, bruja o que tiene pacto con el demonio; solo por tener un aspecto diferente.

Se autodenominó ‘la mujer vampiro’, pero es abogada, empresaria, activista, tatuadora profesional y, sobre todo, una sobreviviente de la violencia de género, que cada día, en México, aniquila la vida de 9 o 10 víctimas.

María José Cristerna afirma que sus modificaciones son un signo de fuerza, valentía y liberación. Una forma de reivindicar el dolor y sufrimiento de quienes lo padecen.

Su extravagante apariencia, cubierta de tatuajes —el primero se lo hizo a los 14 años—, varios piercings en su rostro, implantes de titanio que simulan cuernos, sus impresionantes ojos y colmillos modificados de su propia dentadura, impresionan sobremanera.

María José Cristerna, conocida por sus modificaciones corporales, también es la mujer más tatuada del mundo. Foto: Instagram.

Según el libro de los récords Guinness, María José Cristerna es la mujer más tatuada del mundo: tiene el 96 % de su cuerpo dibujado con tinta. Lo decidió el día en que murió su mamá.

La franquicia Ripley, ¡aunque usted no lo crea! le erigió una estatua en su museo y hasta apareció en el documental Tabú Latinoamérica, emitido por National Geographic.

Pero hace unos años, la vida de María José Cristerna era una pesadilla.

“Los tatuajes fueron una forma de liberación para mí”, ha dicho desde México.

Una víctima más de la violencia en México

Antes de tener este look irreverente y cargado de historias, María José Cristerna también tuvo una “vida normal”.

Se crió en el seno de una familia católica, estudió en un colegio religioso, llegó al altar a los 17 años, “vestida de blanco”.

“Eso fue porque me sentía sola, mis padres tenían año y medio de haberse separado”, cuenta.

Mientras seguía la carrera de Derecho, su esposo empezó a someterla a la violencia de género. Ya tenía tres niños: Silvana, Guillermo, Samantha.

La llegada del cuarto niño, Ismael, se vio empañada con el abandono: María José Cristerna se fue a vivir sola con sus “tesoros".

En ese momento empezó con las modificaciones: “Los cuernos que tengo son símbolo de fuerza. Son implantes que fueron colocados sin anestesia, el color de mis ojos los cambié porque era como realmente quería ser yo, y mis colmillos existen porque desde muy niña me encantan los vampiros”.

En la quijada, por su parte, tiene el mismo tatuaje que se hacían las mujeres de la tribu Maorí de México, que simboliza la tenacidad.

María José Cristerna, conocida por sus modificaciones corporales, también es la mujer más tatuada del mundo. Foto: Instagram.

“Pero, más allá de lo físico, la modificación ha sido mental, la apertura a la mujer, porque yo represento a esas mujeres que han sufrido mucho, pero se han levantado, y a través de todo lo que traigo muestro eso también”, asegura María José Cristerna, la ‘mujer vampiro’.

“En mi cuerpo tengo pintada toda la historia de mi vida, lo bueno y lo malo, mis hijos y mi familia que son el motor de mi vida. Por ellos estoy aquí”.

“Mis hijos están orgullosos"

María José, ahora convertida en fiscoculturista, asiste a festivales y convenciones internacionales sobre tatuajes y modificaciones corporales, y ha sido invitada a programas de televisión para hablar sobre su vida y realizar suspensiones corporales.

Además de ser abogada, es empresaria y posee su propio estudio de tatuajes y una boutique, en México, donde vende su propia línea de ropa llamada ‘Mujeres vampiro’.

Pero el regalo más valorado es el amor de sus pequeños. “Están orgullosos porque, al final, me ven como su mamá que provee, los educa y quien corrige en su momento”, asegura.

“Ellos me ven como la figura que soy, su mamá, independientemente de cualquier transformación física".

"Los he educado como personas tolerantes y comprensivas. Por eso ven a cualquier persona con brazos o sin ellos, con tatuados o sin tatuajes, e igual los ven como hermanos, no hay distinción”.