El día de Acción de Gracias en Estados Unidos demanda al menos 46 millones de pavos, los cuales serán sacrificados para conmemorar la reunión de las familias en todos los puntos del país.
La gran mayoría de estas aves provienen de granjas industriales en donde no reciben la adecuada calidad de vida, debido a la sobrepoblación y la alimentación con maíz modificado genéticamente, según la Asociación de Consumidores Orgánicos (OCA).
“Las vidas de los pavos producidos industrialmente son cortas y miserables, y los daños al medio ambiente y las consecuencias para la salud humana de apoyar a estos productores está bien documentados, sin mencionar los horrores contra el bienestar animal”, cuenta la entidad.
Por su parte, la Federación Nacional del Pavo alega que estos criaderos en serie poseen una estructura ‘’científicamente adecuada y controlada, que brinda la máxima protección contra depredadores, enfermedades y mal tiempo’’, recoge EcoAvant.
Estados Unidos es el primer productor mundial de carne de pavo, ya que abarca 3.4 millones de kilos de carne al año, siendo sus estados bandera: Minnesota, Carolina del Norte, Arkansas, Indiana y Missouri.
El colectivo animalista cuestiona el modo en que crían a los pavos en las granjas y aseguran que lo hacen en ambientes ‘’superpoblados, ruidosos y sucios’’.
Estas aves de corral son sometidas a un corte de pico sin anestesia y con secuelas traumáticas y dolorosas, con el fin de evitar las luchas entre ellos y el canibalismo que caracteriza los espacios saturados.
Otro de los puntos críticos es la reproducción selectiva con el fin de obtener más ganancias por las ventas, ya que los reproductores machos no pueden aparearse naturalmente debido a sus modificaciones genéticas.
‘’Como resultado, la inseminación artificial se ha convertido en rutina. Este procedimiento consiste en ‘ordeñar’ a los machos para obtener semen, y luego atrapar e inseminar a las hembras con un tubo o jeringa”, recalca OCA.