Un equipo de científicos acaba de hallar evidencia de una colosal explosión que ocurrió en la región donde se ubica el agujero negro supermasivo del centro de la Vía Láctea. Este evento ocurrió hace solo 3,5 millones de años (cuando nuestros ancestros ya habitaban la Tierra) y tuvo un alcance tan grande que afectó a las estructuras cósmicas fuera de la galaxia.
Después de que la explosión se originara en el agujero negro, llamado Sagitario A*, la radiación se expandió en forma de conos desde ambos polos de nuestra galaxia, dirigiéndose hacia el espacio profundo. Esto fue detallado en la investigación dirigida por Joss Bland-Hawthorn del Centro de Excelencia ARC de Australia para ASTRO-3D, que se publicará en The Astrophysical Journal.
Impresión de las explosiones masivas originadas en el centro de la Vía Láctea, que impactan en la Corriente de Magallanes. Crédito: James Josephides / ASTRO 3D
Los científicos explicaron que estos dos gigantescos ‘conos de ionización’ comenzaron con un diámetro pequeño desde el agujero negro, y se expandieron a medida que salían de la galaxia, formando un increíble reloj de arena radiactivo. Este fenómeno es conocido como llamarada de Seyfert.
La llamarada fue tan fuerte que impactó en la Corriente de Magallanes, un rastro de gas que proviene de las galaxias enanas de la Nube de Magallanes, ubicada a unos 200 000 años luz de la Vía Láctea.
Los investigadores utilizaron datos recopilados del telescopio espacial Hubble de la NASA, y calcularon que la descomunal explosión sucedió hace 3,5 millones de años, en términos astronómicos, hace muy poco, ya que ese momento los primeros homínidos estaban asentados en África, a puertas de la era del hombre.
Cuando rastrearon la explosión hasta el centro de la Vía Láctea, el equipo de investigadores concluyó que el único causante de un evento de tal magnitud solo pudo haber sido el agujero negro Sagitario A*, que posee 4,2 millones de masas solares.
“La explosión debe haber sido un poco como la luz de un faro. Imagina la oscuridad, y luego alguien enciende un faro por un breve período de tiempo”, explica Brand-Hawthorn.
Otro aspecto sorprendente del hallazgo fue la duración del fenómeno: aproximadamente 300 00 años. Si bien para la edad de la galaxia es muy poco, para los humanos es toda una era.
Por su parte, Lisa Kewley, directora de ASTRO-3D, describe: “Una explosión masiva de energía y radiación salió directamente del centro galáctico y del material circundante. Esto muestra que el centro de la Vía Láctea es un lugar mucho más dinámico de lo que habíamos pensado anteriormente. ¡Es una suerte que no estemos residiendo ahí!”.
Los científicos coinciden en que este y anteriores hallazgos demuestran una actividad en el centro de nuestra galaxia que antes no se conocía. Ya que siempre la consideraban una galaxia inactiva, con un centro no tan brillante.
"Estos resultados cambian drásticamente nuestra comprensión de la Vía Láctea", dice la coautora Magda Guglielmo de la Universidad de Sydney. “
“Somos testigos del despertar de la bella durmiente”, añade.