
El impacto de lo que se publica en redes sociales personales ya no es un asunto meramente privado: puede definir la permanencia en un puesto de trabajo. Según el estudio Redes Sociales y Empleo de Bumeran y Hiring Room, el 70% de especialistas en Recursos Humanos en Perú considera que los contenidos compartidos por los talentos en sus perfiles pueden afectar directamente su lugar en la organización.
La investigación —que encuestó a 2.743 personas trabajadoras y expertos de Perú, Argentina, Chile, Ecuador y Panamá— revela que las redes sociales se han convertido en un factor clave en la evaluación laboral y en la construcción de la cultura organizacional.
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El informe indica que 66% de los expertos en Perú cree que los comentarios o publicaciones de colaboradores pueden repercutir en la imagen y cultura corporativa. Frente a un incidente, 25% de organizaciones asegura que tomaría medidas que van desde una conversación informal hasta la rescisión del contrato, mientras que un 19% usaría el caso para reforzar sus políticas internas.
En esa misma línea, Juan Valera, Director Fundador de Valcaya Legal, explicó a La República que es necesario diferenciar entre dos escenarios: cuando una persona busca empleo y cuando ya está contratada. En el primer caso, las empresas suelen tomar importancia a las redes de candidatos a posiciones clave para asegurarse de que estén alineados con los valores corporativos.
“Hemos visto casos en los que, tras la contratación, salen a la luz publicaciones antiguas que terminan generando polémica y dañando la reputación de la organización, incluso por detalles aparentemente menores, como la filiación deportiva del trabajador”, sostuvo.
Los monitoreos en redes sociales se deben a que las empresas buscan proteger su reputación y coherencia de valores, por lo que su evaluación va más allá de las competencias técnicas, sino que analiza la forma en que los candidatos se expresan y se relacionan en entornos digitales.
“Los datos muestran que hoy en día la huella digital es inseparable de la vida laboral. Por lo tanto, es esencial que los profesionales gestionen con responsabilidad su actividad en redes sociales, ya que estas pueden impactar en su vida profesional”, señaló Diego Tala, director comercial de Bumeran.com.pe en Jobint, para La República.
Aunque tres de cada cuatro organizaciones afirman no monitorear las redes de sus talentos, el 36% de expertos de RR.HH. reconoció haber encontrado publicaciones que generaron controversia. En esos casos, la medida más común fue dialogar directamente con el colaborador (56%), seguida por el endurecimiento de políticas internas (22%).
Para Valera, estos escenarios son cada vez más comunes. Advirtió que no solo se trata de comentarios inadecuados, sino también de filtraciones de información sensible.
“Muchos trabajadores suben stories desde el centro de labores sin medir el riesgo de mostrar documentos, áreas restringidas o incluso contenidos estratégicos que aún no debían difundirse. Eso constituye una vulneración a la buena fe y a los compromisos de confidencialidad con la empresa”, subrayó.
En cuanto a las cuentas que sí son monitoreadas, el 48% se enfoca en personas directivas, mientras que un 38% observa los perfiles de voceros oficiales.
Desde el lado de los talentos, el 67% de trabajadores en Perú admite controlar lo que publica por temor a repercusiones negativas en su carrera. Pese a ello, la opinión está dividida: 49% ve correcto que las empresas revisen redes sociales de su personal, mientras que el 51% lo rechaza.
El estudio también revela que 35% de empleados conoce a alguien que tuvo problemas laborales por el uso de redes sociales. Los conflictos más frecuentes fueron comentarios negativos hacia colegas o superiores (46%), participación en discusiones políticas o religiosas (19%) y la exposición de conductas inapropiadas fuera del horario laboral (15%).
Según Valera, esto demuestra la necesidad de establecer políticas internas claras acompañadas de capacitaciones.
“No basta con tener un reglamento de 20 páginas que nadie lee. Si no se sensibiliza y capacita al personal sobre el recomendado uso de redes, esas normas se convierten en letra muerta. Lo ideal es explicar el porqué de estas políticas y dar talleres de orientación antes que imponer medidas restrictivas”, afirmó.
El creciente peso de las redes sociales en el ámbito laboral abre un debate en las organizaciones: cómo equilibrar la libertad de expresión de los trabajadores con la necesidad de proteger la reputación corporativa.
En efecto, la adquisición de nuevas habilidades se ha convertido en una prioridad para las organizaciones. Según el estudio Upskilling y Reskilling de Bumeran, el 62% de los expertos en recursos humanos considera fundamental el reskilling, y el 82% asegura que las empresas que invierten en formación alcanzan un mayor éxito.
Dentro de estas competencias, el 22% de los especialistas identifica las habilidades IT y digitales como prioritarias. Sin embargo, aunque los talentos demandan capacitaciones para potenciar sus competencias, solo el 16% de expertos en recursos humanos diseña planes de desarrollo personalizados que incluyan cursos y programas específicos.
“Esta brecha entre lo que los talentos necesitan y lo que las organizaciones ofrecen evidencia la urgencia de apostar por la educación digital como estrategia clave para motivar y fortalecer al talento”, afirmó Diego Tala.
Valera coincide en que el futuro laboral estará cada vez más marcado por la digitalización.
“Las redes sociales son pan de cada día y muchos conflictos laborales ya se originan en ellas. Lo recomendable es que las empresas asuman un rol preventivo, con políticas y talleres de sensibilización que preparen a sus equipos para afrontar estos escenarios sin vulnerar derechos ni afectar la imagen corporativa”, agregó.
De momento, los datos de Bumeran y Hiring Room muestran una tendencia clara: tanto empresas como talentos son cada vez más conscientes de que la frontera entre lo personal y lo profesional en el mundo digital es más difusa que nunca.

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