Tras la confirmación de oleajes anómalos en nuestro país hasta el próximo domingo 7 de enero, según Capitanía de Puertos (Dicapi), el normal abastecimiento de GLP en el mercado interno empieza a sufrir sus primeros estragos. De empeorar, la llegada de otros combustibles podría verse también afectada.
Petroperú ha confirmado que el terminal de Talara permanecerá cerrado hasta el domingo, aunque solo provee con GLP al 8% del país, sobre todo al norte y por tierra (camión cisterna). El problema se dará en el resto del litoral a medida que pasen los días, si las condiciones del mar no mejoran. Incluso varios barcos portacontenedores no pudieron descargar en el Callao el día de ayer.
Lima concentra más del 60% del consumo nacional de GLP, y Lima es abastecida por barco con el GLP que llega desde la planta de Peru LNG, en Pisco. Precisamente, el Terminal Marino Pisco-Camisea de Pluspetrol permanece con alerta roja. Los barcos con el gas no salen.
De cualquier manera, los barcos tampoco podrían arribar a la capital, porque permanecen con cierre parcial los terminales que reciben el GLP en el Callao. De ahí el combustible es llevado a las esferas de Solgás y Zeta Gas, donde se almacena y luego es provisto a los diferentes grifos de la ciudad.
No se llega a desabastecimiento, pero sí a una relativa escasez que dispara los precios. El problema está en que los grifos, por lo general, no tienen stock más allá de dos o tres días. Por eso, cada vez que hay oleajes por más de cinco días empiezan los problemas de colas interminables por toda la ciudad. Si usted es taxista, evite las colas pasándose a gas natural.
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Pero tampoco es que el sur se vea indemne. ¿Qué pasa cuando el GLP no puede llegar por barco a Lima? Los griferos van a traerlo por tierra, en cisternas. Ahí es donde se encuentran con los camioneros de Arequipa, Cusco, Puno, etc., y se forman las largas colas que ya se han vuelto tradición en la Panamericana Sur, en Pisco, cada vez que hay mar brava.
Este problema con el GLP y oleajes, puntualmente, no es culpa del Gobierno o, en todo caso, no de este, sino de todos. Es parte de la inseguridad energética que desde siempre ha cundido en el Perú, y que ha provocado que el GLP llegue por mar, en lugar de un lógico gasoducto.