Tax the rich —gravar (más) a los ricos, llevado al castellano — es uno de los movimientos sociopolíticos que cobró fuerza en Estados Unidos con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, ya que el magnate redujo notoriamente la presión tributaria a los más poderosos.
Con Joe Biden a la cabeza, se busca revertir la tortilla: que paguen más quienes más tienen. Frente al Congreso, el presidente solicitó hace unas semanas que se aplique un impuesto mínimo del 25% para los multimillonarios, informó en su momento The Washington Post.
Aún no hay respuestas, por lo que Biden exigió que actúen ya. “Congreso, aprueba mi impuesto mínimo a los multimillonarios”, escribió en Twitter.
“Ahora tenemos alrededor de 1.000 multimillonarios. El impuesto promedio es del 8%, y eso está mal. Por eso el impuesto mínimo. Ningún multimillonario debería pagar menos impuestos que un profesor o bombero”, agregó.
Además, Biden aseguró que en su gestión nadie que gane menos de US$400.000 anuales pagará un centavo adicional en impuestos; ergo, para quienes perciban un monto superior al mencionado, se les subiría del 37% vigente a 39,6%, ya que el modelo fiscal vigente "es injusto".
Finalmente, se contempla que los inversores que ganen al menos US$1 millón paguen una tasa del 39,6% (actualmente es del 20%).
Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), insisten en que los Gobiernos — en particular, de América Latina — deben modificar sus sistemas tributarios porque "los ricos pueden evitar pagar impuestos o no someterse a ellos gracias a excepciones".
Así, ante la inflación latente y el incremento de la pobreza, se deben establecer "políticas fiscales que obliguen a los ricos a pagar su parte proporcional como parte de la solución" y, con ello, reducir las desigualdades.