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Economía

Venta de vehículos usados creció en 3,6% en febrero de 2022

Aunque este aumento ha sido en menor ritmo que en meses pasados, se espera que las cifras se mantengan en terreno positivo para el cierre del año.

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Uno de los factores que han impulsado la compra de vehículos usados son los ingresos extraordinarios provenientes de la liberación de la CTS que han obtenido algunas familias. Foto: Carmax.

La venta de vehículos usados siguió en aumento durante el mes de febrero último; sin embargo, es importante anotar que a un menor ritmo que en meses pasados. Así lo informó la Asociación Automotriz del Perú (AAP), tras anotar que la transferencia de vehículos —livianos y pesados— sumó un total de 58,173 unidades en el segundo mes del 2022, lo que evidencia un incremento de 3,6% respecto a similar mes del año anterior.

Al analizar las cifras reportadas por el Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI), el gerente de Estudios Económicos Alberto Morisaki sostuvo que, por tipo de vehículos, podemos notar que la transferencia de aquellos usados livianos se ubicó en 52,614 unidades, lo que evidencia un avance en 5.8% a tasa anual. En tanto, la transferencia de los de tipo usados pesados sumó 5,559 unidades, cifra menor en 13.5% frente a lo registrado en febrero de 2021.

Sobre las transferencias acumuladas de los últimos 12 meses (marzo 2021 – febrero 2022), con la intención de identificar el comportamiento tendencial de dicha variable, se observa que la venta de vehículos usados se situó en 573,297 unidades en el periodo de estudio, con un alcance de crecimiento del 29,23% respecto a similar lapso un año atrás. Como se puede advertir en el siguiente gráfico, “la tasa de crecimiento anual viene moderándose en los últimos meses, tras alcanzar su mayor pico en agosto del año pasado (56.17%), para luego desacelerarse”, precisó Morisaki.

Transferencia de vehículos

¿Por qué crece la venta de vehículos usados?

La tendencia actual de la venta de vehículos usados se explica por varios factores. Por un lado, Morisaki afirma que se debe recordar que en el 2021 un número importante de familias recibió ingresos extraordinarios que provenían de la liberación de la CTS, así como de los fondos de las AFP; lo cual, sumado a los ahorros privados, impulsó el interés en la adquisición de vehículos.

Además, se agrega la necesidad de transportarse mediante medios seguros que permitan mantener el distanciamiento social recomendado, y que a su vez puedan ser usados como herramientas de trabajo, al realizar servicios de taxi o entregas a domicilio, lo que incentivaría a que más personas adquieran vehículos para uso particular. Sin embargo, el impulso recibido, principalmente durante el primer semestre del 2021, se ha ido desvaneciendo, lo que ha generado una desaceleración.

Para los siguientes meses, se espera que la tendencia de la venta de vehículos usados observada en los meses previos mantenga una tasa de crecimiento que irá disminuyendo progresivamente. “Sin embargo, en la AAP consideramos que continuará en terreno positivo hacia el cierre del año”, apuntó Morisaki.

Los factores que estarían detrás de dicho comportamiento son diversos. Por el lado de la oferta, dijo, “la competencia en este sector se ha incrementado en los últimos años, gracias a la mayor disponibilidad de plataformas para la venta de vehículos de dicha condición, particularmente virtuales, así como el ingreso de empresas especializadas en la compra y venta de vehículos usados, elementos que le dan un impulso al mercado”, explica el especialista.

Por el lado de la demanda, se identificaron factores con efectos disimiles; “por ejemplo, las últimas cifras sobre el mercado laboral muestran que tanto el nivel de empleo como de ingresos han ido mejorando (sin alcanzar los niveles prepandemia aún); sin embargo, el aumento de precios reduce progresivamente la capacidad adquisitiva de las personas, por lo que el ingreso disponible para la adquisición de bienes duraderos -como vehículos- es menor”, explica Morisaki.

Finalmente, se suman las condiciones actuales de inestabilidad tanto a nivel interno como externo, que aumenta el nivel de incertidumbre en los agentes económicos, lo que provoca el deterioro de las expectativas empresariales y de los consumidores.