Luego de que Julio Velarde, el presidente del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), informara durante la primera jornada de la CADE Ejecutivos que en el país se están abordando proyectos para la administración de una moneda digital en el futuro, es oportuno establecer las diferencias entre este dinero electrónico y la popular criptomoneda. Hasta el momento, según un informe de Bloomberg Economics, son seis las naciones que cuentan con su propia divisa virtual, mientras que otras 46 están evaluando la posibilidad de sumarse a la lista.
“A raíz de la pandemia se ha hecho muy notorio que varios países sudamericanos se encuentran desfasados en temas de monedas digitales. El uso es, más que todo, para realizar de forma inmediata y a tiempo real las transacciones”, afirma Jairo Acha Salazar, trader de inversiones y cambios, quien explica también cuáles son las fortalezas y debilidades de estos dos grupos de dinero digital
CBDC (Central Bank Digital Currency) es la moneda digital emitida y respaldada por el banco central de cada país. Se trata de un recurso opuesto a los billetes y monedas físicas, pero con la misma funcionalidad porque es un medio de pago que posee un depósito de valor. El objetivo de su uso es contribuir con la innovación virtual y agilizar los métodos de abono.
Una moneda digital emitida por un banco central cumple todas las funciones tradicionales del dinero. Es decir, se puede emplear para abonar deudas y pagar impuestos. En cambio, aunque se pueden usar para realizar transacciones en las principales plataformas de e-commerce, las criptomonedas no tienen el soporte oficial de una entidad y son enormemente volátiles. Ambas tienen la ventaja de no obedecer a “una barrera geográfica y pueden enviarse o recibirse desde cualquier parte del mundo”, señala el especialista.
La tecnología blockchain que caracteriza a las criptomonedas permite un “control de acceso y la confidencialidad de los usuarios”, comenta Jairo Acha. En cambio, una moneda digital tiene una vertiente que expone a quienes la emplean, bien lo explicó Mauricio Tovar, director de Fundación Blockchain Colombia, en una entrevista para un medio colombiano: “Uno de los mayores riesgos está relacionado con la privacidad, pues si estos pagos están atados a la identidad, no son privados y el banco conocerá quién los hace”.
“Un usuario no sabe si sus propios datos están siendo almacenados por terceros”, agrega Acha con respecto a la moneda digital y destaca que, por otro lado, tiene un aspecto legal que le permite a todas las empresas del sistema financiero aceptar esta divisa. No sucede lo mismo con las criptomonedas que, al no ser reguladas, no tienen un respaldo del ente mayor como el BCRP. Por tanto, no tienen la aceptación de bancos o cajas.
“La diferencia está en la estructura. La moneda digital tiene un único emisor que es el BCR. Las criptomonedas son descentralizadas y no existe una regulación más allá de la establecida por la comunidad a la que esta criptomoneda afecta”, concluye el trader.
Si bien Venezuela lanzó su propia moneda denominada petro, no fue una divisa que contara con el soporte del banco central. Por eso, la primera moneda oficial electrónica es la de las Bahamas.
En octubre de 2020, este país lanzó su propia moneda digital, el sand dollar, y la puso a disposición de los aproximadamente 393.000 residentes del archipiélago. Se trató de un programa piloto en el que se utilizaron 48.000 sand dollars en las islas Exuma y Ábaco. Cada uno de ellos estaba vinculado al dólar de las Bahamas, que a su vez estaba asociado al estadounidense. Su valor es de US$ 3,695 y ya es una moneda aceptada en Nassau, la capital.
En abril de este año, el Banco Popular de China emitió el CiberYuang. Hasta el momento, esta moneda circula en entornos cerrados y no en el sistema principal. En una primera etapa, la entidad planea ofrecer el dinero digital a bancos comerciales y otros operadores, y luego al público para que pueda depositarlo en sus billeteras electrónicas. Su valor es de US$ 0,15 (igual a un yuan).
En todos estos países, la circulación de una sola moneda digital ha favorecido el intercambio. Se llama DCash y es emitida por el Banco Central del Caribe Oriental y su configuración sí está basada en tecnología blockchain, la utilizada en las criptomonedas.
El Emisor del Caribe informó ante los medios que el proyecto pretende poner esta moneda en circulación en otras islas de la región como Anguila, Dominica, Montserrat y San Vicente y las Granadinas para 2025, año en el que también se augura una reducción de 50% del dinero físico.
Son 46 las naciones que se encuentran debatiendo la posibilidad de configurar una moneda digital propia. En este marco, el Banco Central Europeo, encabezado por Christine Lagarde, anunció que está trabajando en un proyecto para la creación del euro digital, planificado para el 2026 aproximadamente. Para este mismo año, la economía sueca planea culminar el estudio de un proyecto piloto que tiene como protagonista a la e-krona.
Pero esta participación no es masiva, ya que hay países que se han negado a ser parte de esa medida. Uno de ellos es Alemania, cuyos argumentos apuntan hacia el colapso del sistema bancario y la dificultad para entregar garantías sobre la información financiera personal de los usuarios.
En Latinoamérica, Jamaica sobresale por sus avances en el contexto de esta estrategia. En mayo de este año lanzó el eCurrency, un proyecto piloto programado hasta diciembre de 2021. El banco central espera implementar la divisa a nivel nacional durante el primer trimestre del 2022. Y Brasil no se queda atrás: la pauta para el uso del real digital fue publicada en mayo, luego de siete meses de trabajo de un equipo que estudió las criptomonedas.