El primer año del COVID-19 dejó a aproximadamente 9,9 millones de peruanos en la pobreza monetaria y a 1,6 millones en la pobreza extrema, y como síntoma de un sistema con mucho tramo por mejorar, las desigualdades más ahondadas que nunca reflejan que la riqueza se incrementó y se concentra en más manos.
Luis Felipe López-Calva, director del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para América Latina y el Caribe, informó que la riqueza acumulada en el Perú pasó de US$ 5,0 mil millones en el 2020 a US$ 11,4 mil millones para el presente año (ver infografía).
López-Calva advierte que esta situación es una constante en la región, y concluye que la riqueza de los multimillonarios ha crecido más del 40% en la pandemia; por lo cual “gravar a los más ricos podría proporcionar algunos de los recursos necesarios para promover ganancias sociales y económicas generalizadas”.
“Debería haber un impuesto a las ganancias extraordinarias de manera temporal: estimo unos cinco o seis años y sin posibilidad de extensión”, argumenta el profesor asociado al Departamento de Economía de la PUCP José Oscátegui.
Este impuesto temporal recogería del 30 al 40% de las ganancias extraordinarias –acota–, las cuales deberían invertirse en infraestructura para la generación de empleos masivos; sumado a un impuesto a las grandes corporaciones que las evaden estableciéndose en territorios de opacidad fiscal y que a la hora de programas como Reactiva Perú sí se ven beneficiadas.
Oscátegui señala que está en manos del Gobierno actual tomar cartas en el asunto para emprender el impuesto a la riqueza extraordinaria en pro de la tranquilidad futura del país.
Por otro lado, Pablo Lavado profesor de Economía de la Universidad del Pacífico, sostiene que se debe contextualizar la recomendación del PNUD, e ir estudiándola para determinar umbrales y tasas que se aplicarían, mas advierte que su ejecución no significaría una disminución significativa de la desigualdad si es que no se complementa con otras medidas de índole social como el subsidio y créditos a las medianas y pequeñas empresas, la estandarización de una educación vocacional y técnica para la calidad del empleo o las transferencias sociales a los hogares vulnerables mientras el COVID-19 sea una constante.
El investigador principal de Grade, Hugo Ñopo, explica que lo revelado por PNUD es un dato para la reflexión, y para preguntarnos cómo somos como sociedad, a quiénes protegemos y a quiénes no; por lo tanto, se debería poner sobre el tapete la discusión para aplicar un impuesto a las grandes fortunas en esta segunda vuelta.
Ñopo pone como ejemplo al Banco Central de Reserva como entidad encargada de la estabilidad monetaria, y señala que análogamente se debe fortalecer al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) en su estructura técnica para ser sólidos en la lucha contra la pobreza.
José Oscátegui - Docente PUCP
“Debería haber un impuesto a las ganancias extraordinarias temporal: estimo unos cinco o seis años (...) que recoja el 30 o 40% de estos ingresos, que en el Perú y el mundo son las grandes empresas”.
Infografía - La República
Infografía - La República
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