El frenazo económico que significó la cuarentena mundial por la COVID-19 mantiene alerta a los expertos en la materia, por una latente amenaza de que el contexto se agrave. Incluso, de mantenerse esta caída en el flujo normal del comercio, la economía podría entrar en recesión.
El término no es nuevo y lo hemos padecido décadas atrás, ¿pero qué significa en sí ‘entrar en recesión’? En esta nota te explicamos un poco más.
La recesión de la economía es el decrecimiento de las actividades comerciales y financieras de un país, durante un periodo de tiempo determinado.
En otras palabras, esto quiere decir que es la caída o reducción del consumo y de las inversiones.
Se considera que se cae en recesión oficialmente cuando la variación del Producto Bruto Interno (PBI) varía de manera negativa por dos trimestres consecutivos.
Como, por lo general, todos los sectores de la economía están a la baja, la principal característica de la recesión es el impacto negativo en los mismos.
La dinámica económica se desarrolla con más lentitud y, por ende, repercute en el normal funcionamiento de empresas (tanto las más chicas como las grandes).
Las causas para que un país entre en recesión son varias:
-Ciclos económicos: un país tiene diversas etapas de crecimiento a lo largo de los años, dependiendo del contexto interno y externo, en las cuales produce mucho en unos periodos y en otros produce poco.
Los ciclos tienen etapas de crecimiento, en que se produce mucho, y otros de decrecimiento, en los que la superabundancia de la oferta enlentece la economía. Esto empeora si la época inicial fue de bonanza pronunciada y al aumento de los precios lo acompaña un aumento en el endeudamiento y de los índices bursátiles, lo cual genera un efecto péndulo que acentúa la contracción del PIB.
-Escasez de demanda. El empobrecimiento de los sectores consumidores (por aumentos en bienes y servicios básicos, por ejemplo) pulveriza su capacidad de compra y ralentiza el ritmo de recuperación de las inversiones comerciales, haciendo que el nuevo capital tarde más en formarse y la economía se adormezca.
-Incertidumbres sobre el futuro. En escenarios de incertidumbre política, social o económica, los inversores prefieren jugar con un perfil conservador, pues nadie quiere correr más riesgos de los debidos. Esto a menudo significa que a las malas decisiones políticas o a los conflictos sociales les acompaña un coletazo económico que tiende a la recesión.
-Pérdida masiva de capitales. Esto puede darse en el ámbito regional o incluso mundial, debido a grandes conflictos o problemas, como guerras, revoluciones, tragedias naturales, etc.
-Puede caer la producción de bienes y servicios.
-Puede caer el consumo de los mismos (pero no de los de primera necesidad).
-Puede caer la inversión y, por ende, también el empleo, por la quiebra de algunos negocios.
Entendida la recesión como la caída del consumo y de las inversiones, conozcamos la diferencia con un concepto similar como es la depresión.
La depresión económica no es otra cosa que una recesión muy prolongada en el tiempo. Se considera como un grado más pronunciado de la misma donde la economía no solo se vuelve lenta, sino que puede paralizarse y hasta colapsar.