Cuatro meses antes de Santiago, antes de hacer historia delante del número 20 del mundo, Ignacio Buse (19) pudo cumplir un sueño que tenía desde chico.
Ocurrió el domingo 17 de setiembre, en la cancha del Lawn Tennis. La selección peruana enfrentaba a su similar de Noruega por el grupo mundial 1 de la Copa Davis. Para la tarde, los nacionales, comandados por Juan Pablo Varillas, ya habían asegurado la victoria por 3 a 1 y el pase a la ronda de clasificados ante Chile.
Pero ‘Nacho’ Buse no quería quedarse fuera de la celebración final. Para comenzar, ese día iba a ir a verlo buena parte de su familia, entre ellos su querido abuelo materno, quien nunca sale de casa. Pero, además, porque desde pequeño había soñado con jugar y ganar un partido de Copa Davis en ese escenario: el Estadio Hermanos Buse, bautizado así en honor de su abuelo y su tío abuelo paternos, Enrique y Eduardo Buse, dos leyendas del tenis nacional, con quienes todo había comenzado.
—Yo sabía que era un partido superduro, porque el chico con el que iba a jugar había tenido una superactuación el día anterior —cuenta, por vía telefónica, desde Barcelona, donde entrena desde diciembre—. Poco a poco fui encontrando mis mejores sensaciones en ese partido y pude disfrutar al máximo, porque estaban mi familia, mis amigos, todos viendo el partido, porque era un partido de Copa Davis, era una fiesta, aparte ya habíamos ganado.
Familia. Celebrando con el equipo nacional tras derrotar al chileno Nicolás Jarry. Foto: difusión
Cuando el noruego falló el último punto y sentenció su derrota, y mientras el estadio estallaba de alegría, Ignacio pegó un grito eufórico, saludó a su rival y se fue a fundirse en un abrazo y una rueda con sus compañeros de la selección. Había cumplido el sueño. Hasta ese día, fue el momento más feliz de su vida. Todavía faltaba Santiago.
Todo comenzó con los abuelos, Enrique y Eduardo Buse. En los años 40 eran los monarcas del tenis nacional y también lograban triunfos en torneos internacionales. Durante mucho tiempo, fueron los rostros del tenis peruano, hasta la aparición del gran Alejandro Olmedo.
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El linaje continuó con el padre, Hans Buse, quien integró la selección junior y llegó a ser campeón sudamericano de singles y dobles.
Ignacio es el último exponente de la familia. Él dice que tiene fotos y videos jugando con una raqueta en la mano desde que tenía poco menos de tres años. Su padre, quien ejerce como coach de tenis, lo formó desde pequeño, puliendo su técnica y enseñándole a explotar esos golpes fuertes que salen de su brazo derecho.
—Mi papá tenía un plan de vida para cuando yo nací —cuenta Ignacio—. Él quería dejar el tenis de lado y dedicarse a otra cosa, poner un negocio, pero cuando fui creciendo me vio talento y me vio como un proyecto. Yo todos los días lo acompañaba feliz a que diera clases al club y lo esperaba para que me diera clases.
Compañero. Junto con Gonzalo Bueno, constituyen una dupla letal en dobles. Foto: difusión
El entrenamiento personalizado en manos de un excampeón y, quizás, el talento que corría por sus venas se manifestaron rápidamente. Ignacio ganó por tres años seguidos, a los 8, 9 y 10, el Campeonato Little Mo de Florida, en singles, dobles y dobles mixtos.
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En los años siguientes perdió algo de impulso. Él dice que le jugó en contra que sus rivales se desarrollaron físicamente antes que él. Dice que durante la pandemia adelgazó y se estiró. Compitió mucho y ganó varios torneos. Había terminado el año 2020 cerca del puesto 600 del ranking ITF Junior y cerró el 2021 en el puesto 13, una trepada fenomenal. Para enero de 2022 ya estaba en el puesto 9. Él y Gonzalo Bueno (que apareció en el puesto 8) fueron considerados el futuro del tenis peruano.
En mayo del año pasado, Ignacio tuvo miedo. Estaba en Cali, a punto de participar en un torneo, cuando le descubrieron un absceso parafaríngeo y le anunciaron que tendrían que operar. Tuvo que afrontar esa situación solo, lejos de sus padres. La médica le dijo que barajaban dos opciones: cortarle la garganta u operar por adentro. Ignacio entró a la sala con mucho miedo, pero cuando despertó, varias horas después, la doctora le dijo que habían elegido la segunda opción. Él respiró aliviado.
No tuvo miedo, sin embargo, cuando el sábado 3 de febrero se paró en la cancha del Estadio Nacional de Santiago para medirse ante el chileno Nicolás Jarry.
Jarry, 1,98 de altura, 90 kilos de peso, es el número 20 del ranking ATP y fue el tenista más importante que Nacho había enfrentado en su vida.
No fue fácil vencerlo. El público fue muy hostil, pero, curiosamente, Ignacio dice que eso no le molestaba. Al contrario, lo motivaba. Porque sentía que, si lo vencía ahí, con su gente, el mérito iba a ser mucho mayor.
Meta. Ignacio Buse sueña con algún día ganar la Copa Davis. Foto: difusión
—El plan fue tratar de devolver todos los saques, poner la bola en juego y mantenerme con la misma intensidad en todo el partido —dice—. Creo que le gané porque yo me la creí. No lo respeté y me creí capaz de ganarle.
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Aunque, al final, Perú cayó derrotado por 3 a 2, la victoria de Ignacio le descubrió a mucha gente que en el país había un tenista con potencial para lograr grandes cosas. Muchos chilenos le escribieron en sus redes sociales para felicitarlo por su desempeño y un periodista argentino le dedicó un programa en su canal de YouTube para decirle que era un “crack”.
El heredero del linaje Buse dice que hoy sus grandes sueños son llegar al puesto 50 del ranking mundial y ganar la Copa Davis con Perú. Dice que el triunfo ante Jarry ha marcado un antes y un después en su carrera profesional.
—Ha habido un cambio en mi mentalidad —dice—. Ahora me digo: “Si le he ganado a él, ¿por qué no puedo ganar este torneo? ¿Por qué no le puedo ganar a esta persona?”.
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Desde diciembre pasado, Ignacio Buse entrena en TEC Carles Ferrer, una academia de tenis localizada en Barcelona, con un concepto no muy frecuente en el mundo de la alta competencia: formar no solo buenos deportistas, sino deportistas con consciencia social. “Su objetivo principal es crear tenistas que sean conscientes de lo que está ocurriendo en el mundo”, explica el peruano. “Estar informado de todo lo que está pasando y, por supuesto, tratar de generar cambios”.
Hace algunas semanas, por ejemplo, Buse y sus compañeros distribuyeron mochilas con alimentos y artículos de primera necesidad a personas en situación de calle. Además de entrenar para los torneos más importantes del tenis internacional, periódicamente reciben información sobre asuntos como la importancia de los derechos humanos o los efectos del cambio climático en el planeta.