Luis Abanto Morales fue un cantante y compositor trujillano que se hizo conocido gracias a su éxito musical “Cholo soy y no me compadezcas”, una canción que reivindica a los peruanos de raíces andinas. Este tema tiene una íntima relación con el poema “No me compadezcas” del argentino Boris Elkin, pues Abanto adaptó sus versos a la realidad de nuestro país para crear su canción. Conoce, a continuación, si se trató de un plagio o no.
En 1973, el cantante peruano participó en el Festival de Sullana, un certamen que reunió a los mejores representantes de nuestra música criolla. Aunque no logró ganar el premio, su magnífica interpretación de “Cholo soy” logró catapultarlo a la fama.
Luis Abanto Morales nació en Trujillo el 25 de agosto de 1923, pero pasó la mayor parte de su niñez en Cajabamba, provincia de Cajamarca. Al quedar huérfano de padre, se trasladó a la capital en donde empezó su carrera de cantante. Sus temas más emblemáticos son “Cielo Serrano”, “La Pitita”, “Quiéreme”, “el Provinciano” y la música del conocido tema “Cholo soy”.
Luis Abanto Morales falleció a los 93 años. Foto: Andina
Abanto no solo recorrió con sus canciones todos los rincones de Perú, sino que las llevó también a Europa y Estados Unidos, haciendo llegar a la gente de otras tierras el encanto y sencillez del pueblo peruano.
El trabajo de Abanto aportó tanto al folklore peruano que fue reconocido por parte de la Organización de los Estados Americanos como Patrimonio Cultural Inmaterial de las Américas.
Si bien durante muchos años, Luis Abanto Morales se promocionó como autor del éxito “Cholo Soy”, las cosas cambiaron en 1975 cuando el Diario Expreso reveló que esta canción era un plagio del poema “No me compadezcas”, que pertenecía al poeta gauchesco Boris Elkin.
Ante esta acusación, Abanto mandó una carta al diario confesando que efectivamente la letra no le pertenecía. Según sus propias palabras, un payador argentino se la concedió en agradecimiento a sus atenciones para que pudiera añadirle la línea melódica que transmitiera musicalmente el mensaje que encierra.
La carta que envió Luis Abando
Desde entonces, quedó claro que la letra no le pertenecía, pero la música sí. Sin embargo, esta historia de plagio quedó en el olvido popular a los pocos meses, por lo que Abanto continuó interpretando la canción hasta el final de sus días.
No me compadezcas
ni me tengas lástima;
que esas son monedas
que no valen nada
y que dan los blancos
como quien da plata.
No me compadezcas
ni me tengas lástima;
nosotros los coyas
no pedimos nada;
pues faltando todo
todo nos alcanza.
Déjame en el valle
vivir a mis anchas:
trepar por los cerros
detrás de mis cabras,
pillar un quirquincho,
tener unas llamas
y echar a los vientos
la voz de mi flauta.
¿Dices que soy triste?
¿Qué quieres que haga?
¿No dicen ustedes
que el coya es sin alma,
que es como las piedras:
sin voz, sin palabras,
y llora para adentro
sin mostrar las lágrimas
¿Y si fuera cierto a qué tanta lástima?
¿No fueron los blancos
venidos de España
que nos dieron muerte
por oro y por plata?
¿No hubo un tal Pizarro
que mató a Atahualpa
tras muchas promesas
bonitas y falsas?
Y entonces ¿qué quieres?
¿Qué quieres que haga?
¿Qué me ponga alegre
como día de chaya
cuando mis hermanos
doblan las espaldas
por cuatro centavos
que ustedes les pagan?
¿Quieres que la risa
me ensanche la cara
cuando mis hermanos
son bestias de carga
llevando riquezas
que ustedes se guardan?
¿Quieres que me alegre
cuando en la montaña
viven como topos:
¡escarba y escarba!
mientras se enriquecen
los que no trabajan?
¿Quieres que me alegre
cuando las muchachas
van a casas ricas
lo mismo que esclavas?
No me compadezcas
ni me tengas lástima.
Déjame en el valle
vivir a mis anchas:
tocando mi quena,
cuidando mis cabras,
pillando un quirquincho
hilando una manta.
Déjame tranquilo,
que aquí la montaña
me ofrece sus piedras,
acaso más blandas
que esa condolencia
que tú me regalas.