La papa, un alimento esencial en la cocina mundial, puede volverse tóxica bajo ciertas condiciones. Cuando las papas desarrollan un color verde bajo la cáscara, están acumulando solanina, una toxina natural que les sirve como defensa ante insectos y animales. Este color verde surge por la exposición a la luz y el calor, lo que activa la clorofila en los tubérculos.
Aunque la clorofila no es dañina, su aparición está acompañada de un aumento en los niveles de solanina, y esta sustancia puede ser tóxica para los seres humanos, incluso en pequeñas cantidades. Ante la sospecha de haber consumido una papa en mal estado, es crucial buscar ayuda médica.
Para evitar el riesgo de intoxicación, se recomienda no consumir papas que presenten áreas verdes o que tengan brotes. Remover estas partes reduce el riesgo, pero no lo elimina por completo, ya que la solanina puede estar distribuida en otras partes del tubérculo. Las papas que no presentan verde bajo la cáscara y que han tenido sus brotes retirados son seguras para el consumo. Sin embargo, para mayor seguridad, es preferible almacenar las papas en lugares frescos, oscuros y secos.
Existen más de 3,500 variedades de papa en Perú. Foto: Andina
La solanina es una sustancia tóxica presente en toda la planta de la papa, aunque se concentra más en las papas que tienen zonas verdes o brotes. Este compuesto afecta el sistema digestivo y, en mayores dosis, el sistema nervioso central. Sus síntomas suelen aparecer entre 8 y 10 horas después del consumo y pueden incluir náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, e incluso alucinaciones o parálisis en casos extremos. Si no se actúa rápido, el paciente puede entrar en un estado de shock.
La hospitalización puede ser necesaria en situaciones graves, pues la solanina no tiene un antídoto específico.