Víctor Apaza Quispe se convirtió en 1971 en la última persona en ser fusilada en la ciudad de Arequipa. Los restos de este condenado a muerte fueron enterrados en el cementerio La Apacheta, el más antiguo de la Ciudad Blanca. Con el tiempo, se inició un culto en torno a su persona a tal punto que es considerado por muchos como un ‘santo popular’, ya que los pobladores suelen visitar su tumba para hacerle peticiones o dejarle obsequios por haberles realizado un ‘milagro’.
Antes de recibir su condena, Apaza se caracterizó por ser un religioso, según da cuenta los relatos de la época. Además, si bien la iglesia no aprueba su culto, las personas acostumbran pedirle, a través de cartas que dejan en su tumba, por salud, reconciliación amorosa, estudios y otros.
PUEDES VER: ¿Qué delito cometió Julio Vargas Garayar, el joven peruano que fue condenado a muerte en 1979?
Víctor Apaza Quispe fue un arequipeño quechuahablante inclinado a la religión. En su juventud se trasladó a la región Puno, donde se desempeñó como pastor. Tras esto, regresó a Arequipa. Luego, trabajó como sirviente para diferentes personas.
De acuerdo con la crónica “Los extraños caminos de la santidad” de la periodista Ana María Portugal, Apaza Quispe acostumbraba cargar las andas en las procesiones y a veces sometía a sus familiares a ciertas ‘penalidades’ por los pecados que cometían.
Víctor Apaza fue fusilado a la edad de 39 años. Foto: composición LR/Majes Informado/Runa Chay Perú/Facebook
PUEDES VER: El ‘Degollador de Oxapampa’: ¿cuál es la historia del temido asesino serial de la selva central del Perú?
Víctor Apaza Quispe fue ejecutado el 17 de septiembre de 1971 a la edad de 39 años. Él fue sentenciado a muerte por el delito de homicidio a su pareja, quien además era la madre de sus hijas. El crimen fue perpetrado en el distrito de La Joya, provincia de Arequipa.
El proceso legal contra este personaje inició el 2 de febrero de 1969, cuando efectivos policiales encontraron el cuerpo sin vida de su conviviente. Así, dos años después de darse a conocer el delito fue fusilado en la cárcel Siglo XX. Tras su deceso, fue enterrado en el pabellón San Hilarión del cementerio Apacheta, ubicado en la ciudad Blanca.
Las personas acostumbran visitar el pabellón San Hilarión, en el cementerio de La Apacheta, para orar en el nicho de Víctor Apaza. Foto: captura YouTube/Arequipa Leyenda/Edgar Chalco
PUEDES VER: ‘Pichuzo’: la historia del crimen que conmocionó a Lima en los 60 y cuyo autor fue condenado a muerte
El fusilamiento de Apaza Quispe en Arequipa llamó la atención de los pobladores. Es por ello que se le enterró acompañado de una multitud de al menos 2.000 personas.
Con el paso de los años, este personaje fue objeto de veneración entre la población local. Así, su nicho comenzó a ser visitado con frecuencia. Además, las personas empezaron a dejarle regalos florales, dedicarle oraciones o cartas con sus deseos.
Si bien el luto no es aprobado por la Iglesia Católica, Víctor Apaza es considerado un ‘santo popular’ entre los residentes de la Ciudad Blanca. De acuerdo con un estudio realizado por Juana Pillco Delgado, doctora en Antropología, las personas suelen rezarle a este personaje y le piden principalmente por una reconciliación amorosa, mejoras en los estudios, obtener trabajo, entre otros.