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Cultural

Luzmaría Buse: “Los lectores somos buscadores de objetos perdidos”

"Te encontraré en palabras" es un libro que sabe mirar y escuchar. ¿Qué quiere decir esto? Muy simple: no está escrito bajo el mandato de los tiempos que corren. Su autora lo escribió sin prisas y el resultado no es otro que su autenticidad. En la extrañeza de su registro, yace la magia de su transmisión. Literatura que no transmite, no es literatura.  

Luzmaría Buse. Foto: Lucienne Thorndike.
Luzmaría Buse. Foto: Lucienne Thorndike.

Luzmaría Buse acaba de publicar su primer libro. Te encontraré en palabras (Planeta) es el título que calza con las resonancias que nos deparan sus páginas, con mayor razón cuando se trata de una publicación que no obedece a un solo registro y esa no definición es quizá la magia que encierra y proyecta. ¿De qué nos habla Luzmaría Buse en Te encontraré en palabras? Prácticamente de la vida o, mejor dicho, de una mirada peculiar de la misma o de estar en ella, canalizada, principalmente, por las corrientes del ensayo. Este registro le permite convocar otros registros con los que arma un discurso poliédrico (la fuerza del aforismo, de la anotación justificada por la poesía) en donde hay espacio para la familia, los recuerdos generacionales, la música, el cine, la literatura, la lectura voraz y los amigos. Este es un libro impresionista y lúdico (se puede ingresar a él desde cualquier página, a saber), el cual está signado por la madurez. Luzmaría Buse, hay que indicarlo, es una personalidad reconocida del circuito cultural peruano y su prestigio como interiorista es de los que suscitan respeto por su calidad estética y por el cariño que transmiten. La República conversó con Luzmaría Buse sobre Te encontraré en palabras.

-Lo primero que me llamó la atención es el no apuro en el ritmo de la prosa.

-Este es un libro que escribes cuando no lo escribes. En mi caso, siempre he estado en la escritura y en la lectura, que está por encima de todo. Es casi un bajo continuo, como una manera de vivir, y digo un bajo continuo en el sentido específicamente musical.

-Pero ese bajo continuo no aparece de la nada.

-Ese bajo continuo lo tienes que buscar, como si lo fueras a buscar en el piso. Lo que ocurre con el jazz, ¿no? Cuando estás constantemente, sin querer, de pronto, buscando ese sonido, que también se puede llamar la música de las grandes esferas, eso que está por ahí, esa es la escritura a la cual tú te refieres.

-En Te encontraré en palabras hay muchas referencias literarias y culturales. Imposible no querer saber desde cuándo tienes este contacto con la lectura. Muchos grandes lectores que conozco dicen de ti que eres una lectora voraz.

-El faro de mi vida es la lectura, pero un faro es un faro, es una luz, es algo que interiorizo, es un fuego de adentro hacia afuera. No he tenido una orientación original en la lectura; mis padres no leían. En casa había libros de Somerset Maugham, Thomas Mann, Erich María Remarque; los puedo recordar. Y yo me los leía con la santa paciencia; te digo santa paciencia porque me parecían no tan atractivos; tenía que recoger cositas que me alimentaran, frases, atmósferas. No fueron relatos fundacionales, fueron búsquedas en la oscuridad.

-¿Y desde cuándo empiezas a leer con constancia?

-Estuve en Letras en la Católica y fui definitivamente una alumna muy disoluta. Yo estaba en una búsqueda personal, quería encontrar mi lugar en el mundo. Fue en la universidad que empecé a leer vorazmente. Tema que me interesaba, lo leía.

-Entonces, de la lectura voraz pasaste a la escritura.

-Muchas veces tuve el impulso de escribir, pero siempre pensaba para qué voy a escribir cuando tengo tanto que leer, o sea, siempre me sentía tan atraída por la lectura y me parecía insustancial escribir. La lectura para mí era una fuente no solamente de conocimiento, sino un lugar en donde entrar y sentirme bien. En la pandemia encontré mi tiempo suspendido para escribir. Todos los días me levanto temprano y escribo.

-Te encontraré en palabras no es un libro feliz, tiene más de un pasaje crítico, pero sí puedo decir que es positivo.

-Sí, hay un optimismo de base, digamos. No es un libro pesimista por ningún motivo. Es un disfrutar la vida interior y lo que ocurre alrededor sin engolosinarme; me cuesta ponerle filo porque no soy filosa, pero sí puedo ser depresiva y sí puedo ser demandante.

"Te encontraré en palabras". Imagen: Difusión.

-Lima y Los Pulpos son dos espacios recurrentes. Hay un movimiento de escenarios, pero es un movimiento distinto. Más que un desplazamiento físico, es uno más bien interior.

-Vivimos en tiempos rápidos, pero yo siempre estoy en la contemplación, en la introspección, en la poesía de todas maneras, porque el tono poético va más allá de mis intenciones. Además, la aparición de lo poético es una cosa recurrente. Esa aparición la veo, la siento, me conmueve y la puedo nombrar. De repente, en la persona que está caminando por ahí, a veces se mezcla con un sentimiento un poco compasivo o al revés; es algo que me llena de gusto, que me es pleno.

-En la sección “Converso con los libros”, se nota, aparte de la variedad de autores con estilos distintos, que buscas primero entablar un diálogo sensitivo. Eso refuerza el carácter impresionista de la publicación.

-La lectura es una manera de estar en la vida. Yo leo siempre; es lo que más he hecho en la vida. Yo no leo para conocer, sino para sentirme bien y ubicarme en la vida. Entonces, en la variedad de autores y estilos, trato de ver una unión, un contacto con mi estado de ánimo. Por ejemplo, ahora estoy releyendo los cuentos de John Cheever y me parece un autor sumamente gracioso, con humor. Antes no me parecía así.

-Como si Cheever te estuviera hablando en este nuevo acercamiento.

-Así es. Ahora comparto con Cheever muchas afinidades.

-En Te encontraré en palabras hay muchos escritores.

-Son amigos que encuentras porque eres afín. Comparto con ellos gustos y anécdotas de la vida. Hablamos de los libros que nos gustan, pero cuando consigues esa afinidad, que parte de la lectura, la lectura pasa a ser un elemento más. No es que hablemos siempre de libros. A Toño Cisneros, te cuento, no le gustaba hablar mucho de libros. A mí háblenme de Sporting Cristal, solía decir.

-Siguiendo en la línea de la amistad, en lo que implica. El tono de la escritura tiene las señas de la conversación. Creo que ese es un mérito a subrayar.

-Creo que necesitamos recuperar la conversación y no depender de estos aparatos que nos quitan el privilegio de conversar. Hoy las personas no están conversando. Las amistades se forman a la velocidad de los tiempos que corren.

-El libro es un llamado a la quietud también, y lo que me gusta de él es que puedes abordarlo como quieras en sus nueve secciones. Esa es la magia del aforismo.

-Cuando hay personas que me dicen “me ha gustado tanto que lo vuelvo a leer”, no lo tomo como un halago, lo tomo como lo que realmente es, un libro que se puede volver a leer, pero siempre sugiero que se comience de atrás para adelante, porque además la segunda parte no la suelen atender como se atiende la primera. La primera es la de la casa, la del periodo de la universidad. Pero en la última parte está para mí la música.

-Tú ingresas a la literatura siendo una persona muy reconocida. ¿Cómo manejas el ego?

-Le tengo terror al ego. Hay que controlarlo. Todo lo que he hecho y hago tiene a la lectura de base. Siempre me he reconocido primero como lectora.

-La revelación que pueden dejar ciertas lecturas tiene el poder de cambiar la visión de la vida. Lima, Los Pulpos, Tarma y otros lugares, a saber, son espacios con revelación. Solo hace falta saber mirar y escuchar para detectar la epifanía.

-En el libro escribo de la hija de Donoso, de Pilar Donoso. Ella cuenta cómo su padre, cuando era un niño, estaba absolutamente enamorado de miss Blake, su profesora del colegio inglés.  Un día llega la noticia de un bombardeo y él piensa en Inglaterra y en que miss Blake pudo haber muerto, y entra en un estado espantoso de horror. Pero ese día en el colegio, en vez de rezar, leen un poema de Shakespeare y Donoso se queda tan aturdido, tan impresionado, tan colmado, que abandona la memoria de miss Blake y se dedica para siempre a la lectura. Ha sido una imagen anunciadora. Los lectores somos buscadores de objetos perdidos. Si la gente estuviera más cerca de la lectura, la gente estaría mejor.

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