La historiadora Hélène Carrère d’Encausse, la presidenta de la Academia Francesa y conocida por sus estudios sobre la Unión Soviética y Rusia como “la zarina de los sovietólogos”, ganó el Premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales.
El jurado del premio señaló que “es una de las personalidades más brillantes, originales y distinguidas de la historiografía francesa y del pensamiento europeo contemporáneo”.
Con respecto a su obra, agrega el jurado, “constituye probablemente la aportación más sustantiva” que se haya hecho en las últimas décadas al conocimiento de la Unión Soviética y Rusia, “uno de los temas esenciales para la comprensión del mundo contemporáneo”.
Carrère d’Encausse es secretaria perpetua de la Academia Francesa y fue quien le abrió las puertas a Mario Vargas Llosa para incorporarlo como miembro de esa institución sin que el nobel peruano haya escrito o publicado un libro en el idioma galo. Entonces dijo del autor peruano, es el escritor que “ha ayudado a la cultura francesa más que muchos escritores franceses”.
Su obra en torno al tema soviético ruso es amplio. Destaca L’Empire éclaté (El imperio estalla) (1978), libro con el que se anticipó 13 años a la caída de la URSS. Otros títulos, La muralla rusa, Rusia inacabada, El general De Gaulle y Rusia. Asimismo, ha trabajado biografías de Lenin, Stalin y Catalina la Grande.
Hélène Carrère d’Encausse nació en París, el 6 de julio de 1929. Estudió Historia y Ciencias Políticas en la Universidad de la Sorbona de París. Su padre era georgiano y su madre rusa. Su nombre de nacimiento era Hélène Zourabichvili, pero ahora lleva el apellido de su esposo. Estos detalles, como el que no hablaba una palabra francesa hasta los cuatro años, son narrados por su hijo, el escritor Emmanuel Carrère, en Una novela rusa. Su hijo ganó el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2021.
Recibir un premio español ha sido muy significativo para Carrère d’Encausse. En comunicación con el diario El País, dijo: “Como la cultura rusa, la cultura española está marcada por una aspiración a la trascendencia, una espiritualidad profunda. Son culturas que elevan. Hay un espíritu que sopla en España y que me resulta familiar. Veo las afinidades con la cultura de Dostoievski, de Gógol, de Chéjov. Es esta propensión a elevarse por encima de sí mismo, no es un país bajamente materialista, y es algo que encontramos también en la literatura rusa”.
Como especialista del tema ruso-soviético y ante la situación de la guerra con Ucrania, la han acusado de ser complaciente con el gobernante ruso.
Ella responde a El País: “Si uno intenta explicar, le dicen: ‘Ah, es usted putinófilo’. Pues yo, en consciencia, prefiero explicar. El trabajo del historiador, del científico, no es amar o detestar, sino intentar comprender”. ¿Cómo terminar la guerra?, le preguntan. “Me hace una pregunta a la que no puedo responder. Creo que hay que salir de esta guerra. Pienso que es una idea que se impone cada vez más, aunque la gente no se atreva a decirlo”.
Carrère d’Encausse, como Vargas Llosa, también está en contra del lenguaje inclusivo y considera que “es algo secundario, acabará por desaparecer”.
“Son efectos de moda impulsados por minorías”, ha dicho.
Y cuando se refiere a la práctica de revisar obras literarias del pasado y adaptarlas al lenguaje actual:
“Es estúpido —dijo a El País—. No hay que tocar a las obras maestras. Es como si decidiésemos rehacer El entierro del conde de Orgaz porque en vez de enterrar queremos una cremación. No soy retrógrada, no estoy en contra de los cambios, pero no hay que cambiar por cambiar. Hay algo que existe: el patrimonio, lo que los siglos nos han aportado. ¿Vamos a reescribir la Odisea porque Ulises era un macho y nos molesta que su mujer lo haya estado esperando?”.
La caída del imperio soviético. Foto: difusión