En la pared de la galería donde ella expone sus piezas de cerámica, se lee los siguientes versos de su padre, el recordado poeta Arturo Corcuera, autor del mítico libro Noé delirante: “El arca que nos trajo/Dejó caer sus remos./ Aún no llegamos/ Y ya nos fuimos”.
Rosamar Corcuera parece haber tomado los remos, porque su exposión “De barro y de fuego”, que exhibe en el C. C. Ricardo Palma, está lleno de seres como sirenas, zorros, serpientes, tortugas, también esos embajadores del sol: colibríes. Todo esas criaturas trabajadas en barro y después en fuego, como ella dice, “han nacido como de un volcán”.
Bíblicamente se dice que somos de barro…
Sí, de barro y de fuego...
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¿De fuego?... ¿Amamos?
Claro, el fuego es el corazón, el espíritu…
¿Y cómo fue ese primer amor con el barro?
Bueno, yo estudié pintura. Mi primer amor con el barro fue de lejos, a la distancia, y fue amor a primera vista, porque era un taller de cerámica dentro de la universidad que yo miraba y me decía algún día voy a tener tiempo para hacer eso. Hasta que llegó ese día y empecé a trabajar con el barro, y me atrapó. Allí empezó todo, aprendí técnicas hasta llegar a la técnica con fuego. Es la comunión de dos elementos que tiene la cerámica, pero que también tiene la vida, que tenemos nosotros.
Barro y fuego, de alguna manera, son opuesto, pero también complementarios.
Claro, cuando trabajas la parte del barro, es la nobleza, la ternura, la suavidad, la sensualidad, acariciar la pieza; el fuego es darte a la pasión, es una batalla, hay que tener cuidado, es estar sigiloso, estar atento. El resultado de esos dos elementos son las piezas de esta muestra, criaturas que han nacido como de un volcán.
Hablando de criaturas, tu padre, el recordado poeta Arturo Corcuera, ¿cuánto influyó en tu creación?
Su influencia fue natural, porque él era poeta, siempre. En casa, siempre hemos respirado poesía. Crecimos escuchando los poemas del Noé delirante.
Tilsa Tsuchiya ilustró Noé delirante. ¿También fue una pulsión creativa?
Mucho. Cuando yo nací, la casa estaba lleno de dibujos de Tilsa. Me marcó mucho sus seres mágicos, mitológicos, adivinos y guardianes. Todo eso también lo respiré.
¿Trataste mucho con ella?
Sí, la conocí, pero era muy niña. Después, cuando era un poco más grande, la traté, pero más que nada la sentí. De conversar, no tantoporque eran conversaciones de niña a adulto. Una Navidad me regaló una muñeca hecha por ella, muy linda. Le hizo la cartera, los guantes, el sombrero, todos los adornos con su estilo. Ahora la tiene Gerardo Chávez en su Museo de Juguetes , en Trujillo. Allí la pueden ver.
Tus trabajos propiamenteson criaturas de la tierra.
Es mi lealtad a la tierra, porque me siento parte de la naturaleza. Esas criaturas son de tierra, están hechas de tierra. La arcilla me da la vida, los estímulos, me da poesía y también me da de comer.
En la serie “Espíritus de la tierra”, hay animales y plantas en femenino, como “San Pedra”, “Floripondia”. ¿Es una asunción feminista?
No, para nada. Yo solo las sentí así. Me dije, por qué Floripondio, San Pedro y por qué no pueden ser “Floripondia”, “San Pedra”, ¿por qué no?
En”Mujeres montañas”. ¿afirmación de la mujer?
Tampoco, simplemente que siendo mujer me nace hacer la figura femenina más que masculina. Esa serie la vengo trabajando desde hace años. Esas mujeres montañas, que están en las vírgenes andinas, tenían que ocultar que adoraban a las montañas, a los apus. Visten trajes de vírgenes, pero al levantarles sus ropas, hay una montaña. Seguro tienen que ver con la fortaleza de la mujer peruana, que es como una montaña.
¿Y cómo es con los mitos?
Sí, trabajo los mitos también, pero yo, como te digo, para crear una pieza, tiene que pasar por mí, por una vivencia. Nunca digo “voy a hacer esto”. Estas mujeres montañas las empecé a hacer en el Cusco porque estuve en procesiones, conocí personajes. Lo sentí.
La cerámica en el Perú como que no tiene espacio...
En el Perú, pero afuera sí. Ahora, felizmente, se está abriendo camino la cerámica. Se hizo una primera feria y va por la cuarta edición, ya te reciben en una galería. Comienza una escuela de cerámica en Cusco. Creo que se ha dado un paso grande en cerámica.
Al retablista Joaquín López Antay se le cuestióno un premio de artista. ¿Subsiste ese prejuicio?
Es probable. Como que al artesano, al maestro artesano, porque para mí son maestros, siempre se ha mirado como que es de un arte menor y no lo es. Al contrario, son los que tienen la sabiduría, son los que tienen mucho por enseñar. Los ceramistas son los que realmente doman el fuego, hablan con el fuego. Yo he visto quemas a fuego vivo, en Ayacucho, a campo abierto, era como que dirigían una orquesta de fuego, y el fuego subía, bajaba. Era unos magos. Solo ellos pueden hacerlo.
¿También trabajas con aliento surrealista?
Sí, a mí me gusta jugar mucho con el surrealismo, me encanta fantasear. Por ejemplo, la “coracola”, que es un cisne, pero también es una cobra. Son los animales fantásticos, como en el Noé delirante.
O sea, la realidad te golpea y tus trastocas en surrealismo.
Bueno, mejor es vivir dentro del lenguaje del sueño que en la realidad. La realidad a veces no es tan bonita, ¿no?
Sobre todo la realidad política..
Yo ya abandoné la política, antes me interesaba. Lo que hay no es política. Es pillería.
Mejor quedarse en el arca de Noé delirante.
Sí, ese ese libro, en la parte que me dedica, mi papá escribe. “Desde la ventana, Rosamar espía el arca”. Después que él fallece, yo releo el libro, miro mi trabajo y pienso que yo, realmente, he espiado el arca. Soy el espía del arca. Creo que yo he recogido los remos.
La muestra. “De barro y fuego” se exhibe en el C. C. Ricardo Palma, Miraflores. Av. Larco 770, Miraflores. Temporada: hasta el 20 de noviembre. Visitas: de lunes a domingo de 10 a.m., a 9 p.m. Ingreso libre.
Mítica. Una heromosa sirena dialoga con un colibrí. Abajo, una criatura surrealista en un largo y mágico viaje de sueños. Foto: difusión