Por. Pedro Escribano
Sus personajes, entre ellos, Beatriz Calanda, una mujer de mundo, llevan de la mano a la escritora Carmen Posadas en su reciente libro a indagar los años 50 y de la transición que vivió España. Posadas ha publicado “La maestra de títeres” (Planeta) y lo presentó ayer en la Feria Internacional del Libro.
Un país no es un mapa ni su geografía, sino su gente. ¿Con su libro ha intentado retratar a España franquista?
Llegué a España en 1975. Lo que se cuenta en la novela, que es los años 50, es bastante parecido a lo que yo encontré en esa época. Quería hacer un retrato de cómo ha ido cambiando, no solo España sino la sociedad en general, desde mediados del siglo XX hasta ahora. O sea, un fresco de cómo han cambiado las costumbres, el amor, el adulterio, en fin, todas las pasiones humanas.
El pretexto para adentrarse a ese mundo es Beatriz Calanda...
Pero no solo Beatriz. Hay varias protagonistas. Ella es una y luego está su madre, que se llama Ina. Son dos mujeres distintas. Una es calculadora, trepadora, y la otra es generosa, comprometida, romántica. Entonces, es a través de estas dos mujeres, que son muy distintas, se hace como un retrato sociológico.
Y las dos historias convergen en intriga...
Sí, que es el final del libro, que yo creo es lo mejor de todo, porque en este libro nada es lo que parece.
¿Hay quienes dicen que Beatriz es Isabel Preysler?
Lo que pasa es cuando uno habla de revista del corazón, el primer nombre que a todo el mundo se le viene a la cabeza es el de ella. Y es verdad, puede parecerse en algunas cosas, pero una cosa que yo siempre digo es que los escritores nos parecemos mucho a Jack, el destripador. O sea, de cada personaje que te interesa tomas algo. Haces un mix y sale un nuevo personaje.
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Presentas una galería de personajes. ¿Enfilas con ellos una crítica social?
Bueno, primero, yo quería retratar un personaje muy actual. Ahora, si volviera escribir el libro, en vez de hacer un personaje de revista del corazón, la haría con un influencer, que es como el epítome de todo lo que he querido retratar. Son gente que no ha hecho nada de provecho, que no cantan, no bailan, no escriben, no trabajan, sin embargo, se convierten en personajes y tienen millones de seguidores. De ese tipo de personajes, parece que lo sabes todo, cómo desayuna, qué hace en las mañanas, cuántos hijos tiene, qué número calza y, sin embargo, todo eso es mentira. Hay una sobredosis de información, pero curioso, toda esa sobredosis de información lo que consigue es una gran desinformación.
La posverdad...
Claro, qué es la posverdad, es algo que te lo venden como verdad cuando tú sabes que es una mentira.
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Pero en tus novelas hay personajes reales, está Lola Flores, por ejemplo.
Como he hecho un retrato de distintas épocas, en los años 50 aparece Lola Flores, Luis Miguel Dominguín, la Duquesa de Alba, etc. Y después, en la transición, una época en la que, al morir Franco, España cambia como de la noche al día. Se convierte de un país en blanco y negro a un país en tecnicolor. La gente descubre el sexo en libertad, el optimismo, la alegría. Entonces, de esa época también hay personajes de ese momento histórico.
En ese sentido, ¿La maestra... revela la moral fascista?
Esa es otra cosa que yo quería retratar. Las dos Españas que convivían, la España franquista, que aparentemente era una paz, que nadie se movía. Es decir, nadie se atrevía a moverse, obviamente. Pero por lo bajo estaba la oposición a Franco, el accionar del partido comunista. La España oficial y lo que estaba pasando por lo bajo.
¿Cómo ubicamos a Beatriz Calanda en un debate de género, tan vivo en esta época?
Entre las otras mujeres de la novela, Beatriz tal vez encarna un tipo de mujer que ha existido siempre, que utiliza sus encantos para conseguir sus fines.
¿En el caso de Ina?
Como te dije, personaje romántico, solidario y que además ella renuncia al mundo ese que sus padres quieren que sea una señorita de sociedad y que se case bien. Ella renuncia a ese mundo porque se enamora de una persona que es del parido comunista. Después está la hija, que se debate entre descubrir su verdadera personalidad y describir la personalidad también de su madre, porque siempre ha vivido engañada por la historia de ella.
A propósito, ha dicho que existe cierto feminismo integrista.
Sí, sí lo pienso. Yo creo que lo que ha pasado con el Me Too en el 2018 ha sido muy importante porque va a ver un antes y un después. A partir de ahora, el feminismo se va a tomar muy en serio,como las reivindicaciones de la mujer. También es cierto que el Me Too ha traído un feminismo furibundo, beligerante, que está intentando cambiar las cosas con argumentos estúpidos. Por ejemplo, en España una universidad quiere cambiarle el nombre a los meses. Entonces, enero se va a llamar enera; febrero, febrera y marzo, marza. O sea, es tan grotesco... ¿Comprende que se defienda la causa femenina con esos argumentos imbéciles?, además, se vuelvan contra las mujeres.
¿Cambiando las formas no se va a acabar el machismo?
No va a cambiar. Por otro lado, con ese tema del lenguaje inclusivo y otras tonterías se dejan de ganar otras batallas más importantes como es luchar por la igualdad de los sueldos o la conciliación. No sé si pasa en el Perú, que hay mujeres que de alguna manera tienen que elegir entre tener una carrera profesional exitosa y ocuparse de su familia. O sea, si tú vas a tener una carrera en un banco o gran compañía, tienes que sacrificar a tu familia. Hay muchas mujeres que no quieren pagar ese precio. Bueno, para poder conciliar y que esas mujeres puedan tener una vida familiar y una vida profesional, hay muchas cosas que se pueden hacer. Esas son las batallas más importantes y no que enero se llame enera. Absurdo.
¿Te han llovido críticas por mantener esa posición?
Muchas. Por ejemplo, escribí un artículo en el que hablaba en que ahora se está vendiendo la historia de que a los niños hay que darle el pecho hasta los 2 años y que además las que no lo hacen son malas madres y cosas por el estilo. A mí me parece un disparate. Entre otras cosas, es muy elitista porque una persona que trabaja haciendo camas en un hotel no puede criar así a sus hijos hasta los 2 años. Entonces, escribí sobre eso y casi me matan. Me dijeron que era una mala madre, que seguramente mis hijas estaban enfermas porque yo no las había criado durante dos años. Una cosa absurda. Aparte que esas feministas al final tienen una actitud tan intransigente y tan absurda como el machismo que están intentando combatir.