Cargando...
Cultural

Semana Santa: Cuando la Inquisición quemó a un rector de San Marcos

Semana Santa. Un día como hoy en 1578 fue quemado en la hoguera quien fuera rector de la UNMSM.

larepublica.pe
Semana Santa: Cuando la Inquisición quemó a un rector de San Marcos

Todos hemos oído hablar alguna vez de la Inquisición y su terrible labor en el Perú, pero pocas son las historias conocidas que se tienen de sus prácticas en la semana de recogimiento coincidente a la Semana Santa, la cual se instauró años después de su desaparición. Esta es la historia de Fray Francisco de la Cruz, sexto rector histórico de la UNMSM que murió en la hoguera por sus ideas de cambio.

El español Fray Francisco de la Cruz, dominicano de credo y natural de la ciudad española de Lopera, llegó a Lima en 1561 para realizar trabajos de evangelización de nativos y luego fue nombrado rector de la Universidad de San Marcos en el año 1566 donde se hizo muy amigo de otro notable pensador, Domingo de Santo Tomás.

Fue en estos albores que la Inquisición lo apresó en 1572 acusándolo de profeta y de poner en práctica conductas sexuales aberrantes contra doña María Pizarro, a quien cuenta la tradición que exorcizó. El proceso que se le siguió terminó en 1576, tiempo en el cual fue además sentenciado por herejía y por difundir ideas “iluminadas” como la restitución de las tierras a los indios americanos.

El clérigo y pensador nunca se arrepintió camino al cadalso durante el Auto de Fe y recibió la pena capital el 13 de abril de 1578. Fueron condenados dieciséis reos en total, de los cuales solo De la Cruz fue quemado. Los demás recibieron azotes, destierros, prisión y multas. La Inquisición recién sería abolida en el Perú el 30 de julio de 1813.

El Auto de Fe

Un “Auto de fe” (Acto de fe) era el anuncio público y posterior ejecución de herejes por parte de la Inquisición. Cuando se tenía un número considerable de condenados, se estilaba realizarlo en centros públicos como es el caso de la Plaza Mayor de Lima en el Perú.

Los condenados a muerte marchaban sobre asnos ataviados con el popular “sambenito”, decorado muy para la ocasión con flamas infernales y demonios. Autoridades clericales, nobles y personalidades de alto rango virreinal eran espectadores en primera fila.